julio 24, 2024 in Evangelios

Evangelio del 24 de julio del 2024 según Mateo 13, 1-9

Miércoles de la XVI semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 397

Primera lectura

Jer 1, 1. 4-10
Palabras de Jeremías, hijo de Jilquías, uno de los sacerdotes residentes en Anatot, territorio de Benjamín.

En tiempo de Josías, el Señor me dirigió estas palabras:
“Desde antes de formarte en el seno materno, te conozco;
desde antes de que nacieras,
te consagré como profeta para las naciones”.

Yo le contesté: “Pero, Señor mío,
yo no sé expresarme,
porque apenas soy un muchacho”.

El Señor me dijo:
“No digas que eres un muchacho,
pues irás a donde yo te envíe
y dirás lo que yo te mande.
No tengas miedo,
porque yo estoy contigo para protegerte”,
palabra del Señor.

El Señor extendió entonces su brazo,
con su mano me tocó la boca y me dijo:
“Desde hoy pongo mis palabras en tu boca
y te doy autoridad sobre pueblos y reyes,
para que arranques y derribes,
para que destruyas y deshagas,
para que edifiques y plantes”.

Salmo Responsorial

Salmo 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17

R. (cf. 15) Señor, tú eres mi esperanza.
Señor, tú eres mi esperanza,
Que no quede yo jamás defraudado.
Tú que eres justo, ayúdame y defiéndeme;
escucha mi oración y ponme a salvo.
R. Señor, tú eres mi esperanza.
Sé para mí un refugio,
ciudad fortificada en que me salves.
Y pues eres mi auxilio y mi defensa,
líbrame, Señor, de los malvados.
R. Señor, tú eres mi esperanza.
Señor, tú eres mi esperanza;
desde mi juventud en ti confío.
Desde que estaba en el seno de mi madre,
yo me apoyaba en ti y tú me sostenías.
R. Señor, tú eres mi esperanza.
Yo proclamaré siempre tu justicia
y a todas horas, tu misericordia.
Me enseñaste a alabarte desde niño
y seguir alabándote es mi orgullo.
R. Señor, tú eres mi esperanza.

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo;
todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 13, 1-9
Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:

“Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga”.

Reflexión

Mateo 13, 1-9, Jesús nos presenta la parábola del sembrador, una historia llena de simbolismo y enseñanzas profundas. En esta parábola, un sembrador sale a sembrar y sus semillas caen en diferentes tipos de terreno, con resultados variados. Esta imagen simple, pero poderosa, ha sido interpretada de muchas maneras a lo largo de la historia.

En tiempos de Jesús, la agricultura era una parte fundamental de la vida diaria. La audiencia original de esta parábola entendía bien las dificultades de la siembra: la calidad del suelo, las condiciones climáticas y otros factores que influían en la cosecha. En la antigua Palestina, los campesinos trabajaban arduamente para preparar la tierra y asegurar una buena cosecha, pero a menudo dependían de elementos fuera de su control. Esta realidad hacía que la parábola del sembrador resonara profundamente con ellos.

Hoy en día, aunque la mayoría de nosotros no somos agricultores, la metáfora del sembrador sigue siendo relevante. En nuestras vidas, somos tanto el sembrador como el terreno. Las semillas representan las enseñanzas, oportunidades y bendiciones que recibimos a lo largo de nuestra existencia. El terreno, en cambio, simboliza nuestro corazón y nuestra disposición a recibir y cultivar esas semillas.

A menudo, algunas semillas caen junto al camino y son rápidamente devoradas por las aves. Esto puede representar aquellos momentos en los que permitimos que las distracciones y preocupaciones de la vida nos impidan absorber y reflexionar sobre las enseñanzas importantes. En la era de la información, donde estamos constantemente bombardeados por noticias, redes sociales y entretenimiento, es fácil que los mensajes significativos se pierdan entre el ruido.

Las semillas que caen en terreno pedregoso representan aquellos momentos en los que recibimos la palabra con entusiasmo, pero no permitimos que eche raíces profundas. Nos emocionamos con nuevas ideas y proyectos, pero cuando surgen dificultades, abandonamos rápidamente. En nuestra vida cotidiana, es crucial desarrollar una fe y una convicción que resistan las pruebas y tribulaciones.

Luego, están las semillas que caen entre espinos y son ahogadas por las preocupaciones y placeres de la vida. Este terreno nos recuerda la importancia de priorizar nuestras metas y valores. En un mundo que nos invita constantemente a buscar el éxito material y la satisfacción inmediata, debemos cuidar de no permitir que estas preocupaciones asfixien nuestro crecimiento espiritual y personal.

Finalmente, las semillas que caen en buen terreno y producen una cosecha abundante nos muestran el ideal al que debemos aspirar. Cultivar un corazón receptivo, una mente abierta y un espíritu perseverante puede llevarnos a resultados fructíferos en todas las áreas de nuestra vida. Significa estar atentos a las oportunidades, nutrir nuestras relaciones y mantenernos firmes en nuestros principios.

Que esta reflexión nos inspire a ser más atentos y receptivos, cultivando un corazón dispuesto a aprender y crecer, y a ser testigos de una cosecha abundante en nuestras vidas y comunidades.




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