julio 20, 2024 in Evangelios

Evangelio del 20 de julio del 2024 según san Mateo 12, 14-21

Sábado de la XV semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 394

Primera lectura

Miq 2, 1-5
¡Ay de aquellos que planean injusticias,
que traman el mal durante la noche
y al despuntar la mañana, lo ejecutan,
porque son gente poderosa!Codician los campos y los roban,
codician las casas y las usurpan,
violando todos los derechos
arruinan al hombre y lo despojan de su herencia.

Por eso dice el Señor:
“Estoy planeando contra esta gente
una serie de calamidades
de las que no podrán escapar.
Entonces ya no caminarán con altivez,
porque será un tiempo de desgracias.
Aquel día, la gente se burlará de ellos
y les cantará un triste canto:
Nos han despojado de todo
y se han repartido nuestras tierras;
se han apoderado de nuestra herencia
y no hay quien nos la devuelva”.

Por eso dice el Señor:
“Cuando la asamblea del pueblo
distribuya nuevamente las tierras,
no habrá parte para ellos”.

Salmo Responsorial

Salmo 9, 22-23. 24-25. 28.29. 35

R. (12b) Señor, no te olvides de los pobres.
¿Por qué te quedas lejos, Señor,
y te escondes en el momento de la angustia?
La soberbia del malvado oprime al pobre.
¡Que se enrede en las intrigas que ha tramado!
R. Señor, no te olvides de los pobres.
El malvado presume de su ambición,
y el avaro maldice al Señor.
El malvado dice con insolencia
que no hay Dios que le pida cuentas.
R. Señor, no te olvides de los pobres.
Su boca está llena de engaños y fraudes,
su lengua esconde maldad y opresión;
se agazapa junto a la casa del inocente
para matarlo a escondidas.
R. Señor, no te olvides de los pobres.
Pero tú, Señor, ves las penas y los trabajos,
tú los miras y los tomas en tus manos;
el pobre se encomienda a ti,
tú eres el socorro del huérfano.
R. Señor, no te olvides de los pobres.

Aclamación antes del Evangelio

2 Cor 5, 19
R. Aleluya, aleluya.
Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo,
y nos ha encomendado a nosotros
el mensaje de la reconciliación.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 12, 14-21

En aquel tiempo, los fariseos se confabularon contra Jesús para acabar con él. Al saberlo, Jesús se retiró de ahí. Muchos lo siguieron y él curó a todos los enfermos y les mandó enérgicamente que no lo publicaran, para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías:

Miren a mi siervo, a quien sostengo;
a mi elegido, en quien tengo mis complacencias.
En él he puesto mi Espíritu,
para que haga brillar la justicia sobre las naciones.
No gritará ni clamará,
no hará oír su voz en las plazas,
no romperá la caña resquebrajada,
ni apagará la mecha que aún humea,
hasta que haga triunfar la justicia sobre la tierra;
y en él pondrán todas las naciones su esperanza.

Reflexión

Vemos en Mateo 12, 14-21 cómo los fariseos planean destruir a Jesús debido a sus enseñanzas y acciones que desafían las estructuras religiosas establecidas. Este conflicto destaca la tensión entre el mensaje de amor y misericordia de Jesús y el legalismo rígido de los líderes religiosos de la época.

En el tiempo de Jesús, la autoridad religiosa estaba fuertemente entrelazada con la autoridad política. Los fariseos, custodios de la Ley, veían a Jesús como una amenaza a su poder y control. Su enfoque en la letra de la Ley los cegaba a la esencia del mensaje divino, que Jesús encarnaba: compasión y justicia. El hecho de que buscaran destruirlo muestra la profundidad de su rechazo y la resistencia al cambio que Jesús proponía.

Jesús, consciente de la conspiración contra él, se retira pero continúa su misión sanadora y liberadora. Mateo cita a Isaías 42, 1-4 para mencionar que Jesús es el siervo elegido de Dios, en quien se complace, resaltando la naturaleza de Jesús como el Mesías, no solo para los judíos sino para todas las naciones. Su misión es traer justicia y esperanza sin estridencia ni violencia, reflejando la ternura y paciencia divinas.

En nuestra vida cotidiana, este pasaje nos invita a reflexionar sobre cómo enfrentamos la oposición y el rechazo. Jesús nos muestra que la respuesta no es la confrontación directa, sino perseverar en el bien, sanar a los que están heridos y proclamar justicia y esperanza. Actualmente y muy a menudo nos encontramos con estructuras y personas que se oponen al cambio, el ejemplo de Jesús nos llama a ser agentes de paz y sanación, confiando en la promesa de Dios de que su justicia prevalecerá.

Al seguir el camino de Jesús, estamos llamados a actuar con humildad y amor, cuidando de los vulnerables y extendiendo la esperanza a todos, reflejando la misión del Siervo de Dios en nuestras propias vidas. 




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