julio 3, 2024 in Evangelios

Evangelio del 4 de julio del 2024

Jueves de la XIII semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 380

Primera lectura

Am 7, 10-17
En aquel tiempo, Amasías, sacerdote de Betel, le envió este mensaje a Jeroboam, rey de Israel: “Amós está conspirando contra ti en Israel y el país ya no puede soportar sus palabras, pues anda diciendo que Jeroboam morirá a espada e Israel saldrá de su país al destierro”.

Amasías le dijo a Amós: “Vete de aquí, visionario, y huye al país de Judá; gánate allá el pan, profetizando; pero no vuelvas a profetizar en Betel, porque es santuario del rey y templo del reino”.

Respondió Amós:
“Yo no soy profeta ni hijo de profeta,
sino pastor y cultivador de higos.
El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo:
‘Ve y profetiza a mi pueblo, Israel’.

Y ahora escucha tú la palabra del Señor: ‘Tú me dices: No profetices contra la casa de Israel. No vaticines contra la casa de Isaac’. Pues bien, esto dice el Señor: ‘Tu mujer será deshonrada en plena calle; tus hijos e hijas morirán a espada; tu tierra se la repartirán los vencedores; tú mismo morirás en tierra pagana e Israel será desterrado lejos de su país’ “.

Salmo Responsorial

Salmo 18, 8. 9. 10. 11

R. (10b) La voluntad de Dios es santa.
La ley del Señor es perfecta del todo
y reconforta el alma;
inmutables son las palabras del Señor
y hacen sabio al sencillo.
R. La voluntad de Dios es santa.
En los mandamientos de Dios hay rectitud
y alegría para el corazón;
son luz los preceptos del Señor
para alumbrar el camino.
R. La voluntad de Dios es santa.
La voluntad de Dios es santa
y para siempre estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
R. La voluntad de Dios es santa.
Más deseables que el oro y las piedras preciosas
las normas del Señor,
y más dulces que la miel
de un panal que gotea.
R. La voluntad de Dios es santa.

Aclamación antes del Evangelio

2 Cor 5, 19
R. Aleluya, aleluya.
Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo,
y nos ha encomendado a nosotros
el mensaje de la reconciliación.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 9, 1-8
En aquel tiempo, Jesús subió de nuevo a la barca, pasó a la otra orilla del lago y llegó a Cafarnaúm, su ciudad.

En esto, trajeron a donde él estaba a un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: “Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados”.

Al oír esto, algunos escribas pensaron: “Este hombre está blasfemando”. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: “¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil: decir ‘Se te perdonan tus pecados’, o decir ‘Levántate y anda’? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, –le dijo entonces al paralítico–: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.

El se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente se llenó de temor y glorificó a Dios, que había dado tanto poder a los hombres.

Reflexión

En el pasaje de Mateo 9:1-8, Jesús realiza un acto de sanación y perdón, al sanar a un paralítico y, más allá de la curación física, perdonando sus pecados. Este evento fue revolucionario en su tiempo, ya que cuestionaba las rígidas estructuras religiosas y sociales de la época.

Las enfermedades y discapacidades eran vistas como consecuencias directas del pecado, y aquellos que las padecían eran marginados y excluidos de la vida comunitaria. Al sanar al paralítico, Jesús no solo restaura su salud, sino que también lo reintegra a la sociedad, desafiando las normas excluyentes y mostrando que todos tienen un valor intrínseco, independientemente de su condición.

Este mensaje es extremadamente relevante en nuestro contexto actual. Hoy en día, la protección de los derechos de las personas vulnerables es un tema crucial. Pensemos en cómo tratamos a aquellos que enfrentan diversas formas de marginalización: personas con discapacidades, ancianos, migrantes, y aquellos en situación de pobreza. La acción de Jesús nos invita a cuestionar nuestras actitudes y acciones hacia ellos.

Por ejemplo, en muchas comunidades, las personas con discapacidades todavía luchan por acceder a servicios básicos y ser tratadas con dignidad. La enseñanza de este evangelio nos desafía a crear entornos inclusivos donde todos puedan participar plenamente. Esto implica no solo ofrecer ayuda material, sino también reconocer su valor y potencial como miembros activos de nuestra sociedad.

Asimismo, el perdón de los pecados que ofrece Jesús al paralítico nos recuerda que todos necesitamos sanación espiritual. En este  mundo donde la falta de compasión y el juicio rápido prevalecen, estamos llamados a practicar la misericordia y la reconciliación. Esto podría traducirse en acciones concretas como apoyar programas de rehabilitación para personas que han cometido errores, promoviendo así una segunda oportunidad y la reintegración social.

Finalmente, la reacción de la multitud que glorifica a Dios al presenciar el milagro nos enseña a valorar y agradecer las bendiciones diarias. Reconocer y celebrar los pequeños y grandes gestos de bondad en nuestra vida fortalece la comunidad y nos conecta más profundamente con nuestra fe.

Para concluir, el pasaje de Mateo no sólo  narra un milagro del pasado, sino que también nos invita a reflexionar sobre nuestras responsabilidades actuales hacia las personas en situación de vulnerabilidad, promoviendo una sociedad más justa e inclusiva.




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