Evangelio del 3 de julio del 2024
Fiesta de santo Tomás, Apóstol
Lectionary: 593
Primera lectura
Hermanos: Ya no son ustedes extranjeros ni advenedizos; son conciudadanos de los santos y pertenecen a la familia de Dios, porque han sido edificados sobre el cimiento de los apóstoles y de los profetas, siendo Cristo Jesús la piedra angular.
Sobre Cristo, todo el edificio se va levantando bien estructurado, para formar el templo santo del Señor, y unidos a él también ustedes se van incorporando al edificio, por medio del Espíritu Santo, para ser morada de Dios.
Salmo Responsorial
R. (Mc 16, 15) Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Que alaben al Señor todas las naciones,
que lo aclamen todos los pueblos.
R. Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Porque grande es su amor hacia nosotros
y su fidelidad dura por siempre.
R. Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees porque me has visto, dice el Señor;
dichosos los que creen sin haberme visto.
R. Aleluya.
Evangelio
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano; métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.
Reflexión
En el relato del Evangelio según Juan 20, 24-29 , encontramos a Tomás, uno de los discípulos, enfrentándose a la realidad de la resurrección de Jesús. Tomás, conocido también como “el incrédulo”, no estaba presente cuando Jesús se apareció por primera vez a los demás discípulos. Su ausencia lo llevó a dudar del testimonio de sus compañeros, exigiendo una prueba tangible para creer.
Este episodio nos recuerda la fragilidad de la fe humana y cómo las experiencias personales pueden influir en nuestra capacidad de aceptar lo que no comprendemos plenamente. Tomás representa a todos aquellos que necesitan evidencias concretas para creer en lo invisible, reflejando una actitud común en muchos de nosotros. Su demanda de ver y tocar las heridas de Jesús simboliza la búsqueda de certezas en medio de nuestras incertidumbres.
Cuando Jesús finalmente se presenta ante Tomás, no lo reprende por sus dudas. En lugar de ello, le ofrece lo que necesita para creer. Este encuentro es una muestra de la misericordia divina, que no se limita por nuestras flaquezas, sino que nos brinda oportunidades para crecer en la fe. Jesús, con sus palabras y acciones, revela que la verdadera bendición recae en aquellos que, sin ver, son capaces de confiar.
Este pasaje nos enseña sobre la importancia de la comunidad y el testimonio compartido. Los discípulos, a pesar de la incredulidad de Tomás, permanecieron unidos y finalmente fueron testigos del fortalecimiento de su fe. La comunidad de creyentes juega un papel crucial en nuestro viaje espiritual, ayudándonos a enfrentar nuestras dudas y a encontrar respuestas a través de la fe compartida.
Al final, la historia de Tomás es un recordatorio de que la fe no siempre es un camino recto. Las dudas y preguntas son parte de nuestro recorrido espiritual. Lo esencial es mantenernos abiertos a las experiencias que pueden transformar nuestra percepción, reconociendo que la fe va más allá de lo que podemos ver o tocar. Esta transformación nos invita a vivir con esperanza y a confiar en la presencia de Dios en nuestras vidas, aún en los momentos de incertidumbre.
Deja una respuesta