Evangelio del 29 de mayo del 2024
Miércoles de la VIII semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 349
Primera lectura
Así pues, purificados ya internamente por la obediencia a la verdad, que conduce al amor sincero a los hermanos, ámense los unos a los otros de corazón e intensamente. Porque han vuelto ustedes a nacer, y no de una semilla mortal, sino inmortal, por medio de la palabra viva y permanente de Dios. En efecto, todo mortal es hierba y toda su belleza es flor de hierba: se seca la hierba y cae la flor; en cambio, la palabra del Señor permanece para siempre. Y ésa es la palabra que se les ha anunciado.
Salmo Responsorial
R. (12a) Demos gloria al Señor.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
a Dios ríndele honores, Israel.
El refuerza el cerrojo de tus puertas
y bendice a tus hijos en tu casa.
R. Demos gloria al Señor.
El mantiene la paz en tus fronteras,
con su trigo mejor sacia tu hambre.
El envía a la tierra su mensaje,
y su palabra corre velozmente.
R. Demos gloria al Señor.
Le muestra a Jacob pensamiento,
sus normas y designios a Israel.
No ha hecho nada igual con ningún pueblo,
ni le ha confiado a otro sus proyectos.
R. Demos gloria al Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Jesucristo vino a servir
y a dar su vida por la salvación de todos.
R. Aleluya.
Evangelio
Entonces se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte”. Él les dijo: “¿Qué es lo que desean?” Le respondieron: “Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús les replicó: “No saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado?” Le respondieron: “Sí podemos”. Y Jesús les dijo: “Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado”.
Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo: “Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”.
Reflexión
El Evangelio de Marcos 10, 32-45 nos lleva a reflexionar en nuestras vidas diarias, a menudo nos encontramos compitiendo por reconocimiento y estatus. Anhelamos ser vistos y valorados, y en esta búsqueda, a veces perdemos de vista lo que realmente importa. Es bueno pensar en reconsiderar nuestras prioridades y a redescubrir el verdadero significado del liderazgo y el servicio.
Imaginemos una familia donde todos buscan imponer su punto de vista. En lugar de un ambiente armonioso, surge el conflicto y la discordia. Sin embargo, cuando uno elige servir con amor, escuchando y apoyando a los demás, se crea un espacio de paz y unidad. Este es el tipo de liderazgo que Jesús nos enseña: un liderazgo basado en el servicio y la humildad.
En el ámbito profesional, la competencia puede ser feroz. Todos quieren destacar y ser reconocidos por sus logros. No obstante, Jesús nos muestra que el verdadero éxito no se mide por los títulos o las posiciones de poder, sino por nuestra capacidad de servir a los demás. Ayudar a un compañero con una tarea difícil, apoyar a un colega en un proyecto desafiante, o simplemente estar presente para alguien que lo necesita, son actos que reflejan el auténtico liderazgo cristiano.
En nuestras comunidades y grupos apostólicos, a menudo buscamos ser los primeros, los más importantes. Pero Jesús nos dice que los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros. Este mensaje nos invita a pensar sobre nuestra actitud hacia el poder y el estatus. ¿Estamos dispuestos a poner las necesidades de los demás por encima de las nuestras? ¿Podemos encontrar satisfacción en servir, en lugar de ser servidos?
El llamado de Jesús es claro: para ser grandes en el Reino de Dios, debemos ser los servidores de todos. Esto significa vivir con humildad, buscando siempre el bienestar de los demás. Al hacerlo, no solo encontramos la verdadera paz y felicidad, sino que también construimos una comunidad más justa y amorosa.
Enfrentemos los retos diarios con un espíritu de servicio y humildad, recordando que, al seguir el ejemplo de Jesús, estamos sembrando semillas de amor y justicia en nuestro mundo.
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