Publicaciones Diarias

mayo 24, 2024 in Evangelios

Evangelio del 25 de mayo del 2024

Sábado de la VII semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 346

Primera lectura

San 5, 13-20

Hermanos míos: ¿Sufre alguno de ustedes? Que haga oración. ¿Está de buen humor? Que entone cantos al Señor. ¿Hay alguno enfermo? Que llame a los presbíteros de la Iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceite, invocando al Señor. La oración hecha con fe le dará la salud al enfermo y el Señor hará que se levante; y si tiene pecados, se le perdonarán.

Por lo tanto, confiesen sus pecados los unos a los otros y oren los unos por los otros para que se curen. Mucho puede la oración insistente del justo: Elías era un hombre igual a nosotros, y cuando oró con insistencia para que no lloviera, no llovió en tres años y medio; volvió a orar, y el cielo dio su lluvia, y la tierra, sus cosechas.

Hermanos míos, si alguno de ustedes se desvía de la verdad y otro lo hace volver al buen camino, tengan presente que quien hace volver a un pecador de su extravío, salvará su propia alma de la muerte y sepultará una multitud de pecados.

Salmo Responsorial

Salmo 140, 1-2. 3 y 8

R. (2a) Que sea, Señor, mi oración como el incienso.
A ti clamo, Señor, acude pronto;
cuando te invoco, escucha mi plegaria.
Que sea mi oración como el incienso;
como ofrenda, mis manos levantadas.
R. Que sea, Señor, mi oración como el incienso.
Pon, Señor, en mi boca un centinela,
un vigía, a la puerta de mis labios.
En ti, Señor, están puestos mis ojos,
no me niegues tu amparo.
R. Que sea, Señor, mi oración como el incienso.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino
a la gente sencilla.
R. Aleluya.

Evangelio

Mc 10, 13-16

En aquel tiempo, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo.

Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.

Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.

Reflexión

En el Evangelio de hoy de Marcos 10, 13-16, Jesús nos muestra algo muy importante a través de su interacción con los niños. Los discípulos no querían que se acercaran a Jesús, quizás porque los consideraban una distracción o poco importantes en comparación con los adultos. Sin embargo, Jesús se molesta con ellos y les enseña una gran lección.

Jesús ve en los niños algo fundamental: su inocencia, su pureza y su capacidad para confiar plenamente. Nos dice que debemos ser como ellos para poder entrar en el Reino de Dios. Esto nos invita a reflexionar sobre nuestra propia fe. ¿Nos acercamos a Dios con un corazón abierto y confiado como el de un niño? ¿O dejamos que nuestras preocupaciones y dudas nos alejen?

Además, este pasaje nos recuerda la importancia de valorar y proteger a los más pequeños en nuestra comunidad. Los niños tienen una manera especial de ver el mundo, llena de esperanza y sencillez. Es nuestro deber guiarlos, amarlos y aprender de su ejemplo.

Sin embargo, debemos reconocer que los niños de hoy se enfrentan a un mundo lleno de desafíos. A pesar de su naturaleza inocente, están expuestos a situaciones donde los adultos les enseñan comportamientos negativos, como la violencia y la falta de respeto. Estas mentes jóvenes, que deberían ser nutridas con amor y valores positivos, a menudo terminan adoptando estos malos hábitos debido al ambiente en el que viven.

Por ello, como comunidad, tenemos la responsabilidad de crear un entorno saludable y amoroso para nuestros niños. Debemos ser modelos de comportamiento positivo, enseñándoles a resolver conflictos con diálogo y a tratar a los demás con compasión y respeto. Así, ayudaremos a mantener esa inocencia y pureza que Jesús tanto valora y a construir una sociedad más justa y amorosa.

Jesús nos invita a todos a acercarnos a Él con esa misma confianza y sencillez. Dejemos que nuestra fe sea genuina y sin complicaciones, abierta a recibir las bendiciones que Dios tiene para nosotros.




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