marzo 14, 2024 in Evangelios

Evangelio del 15 de marzo del 2024

Viernes de la IV semana de Cuaresma

Lectionary: 248

Primera lectura

Sab 2, 1. 12-22
Los malvados dijeron entre sí, discurriendo equivocadamente:
“Tendamos una trampa al justo,
porque nos molesta y se opone a lo que hacemos;
nos echa en cara nuestras violaciones a la ley,
nos reprende las faltas contra los principios en que fuimos educados.
Presume de que conoce a Dios
y se proclama a sí mismo hijo del Señor.

Ha llegado a convertirse en un vivo reproche
de nuestro modo de pensar
y su sola presencia es insufrible,
porque lleva una vida distinta de los demás
y su conducta es extraña.
Nos considera como monedas falsas
y se aparta de nuestro modo de vivir como de las inmundicias.
Tiene por dichosa la suerte final de los justos
y se gloría de tener por padre a Dios.

Veamos si es cierto lo que dice,
vamos a ver qué le pasa en su muerte.
Si el justo es hijo de Dios,
él lo ayudará y lo librará de las manos de sus enemigos.
Sometámoslo a la humillación y a la tortura
para conocer su temple y su valor.
Condenémoslo a muerte ignominiosa,
porque dice que hay quien mire por él”.

Así discurren los malvados, pero se engañan;
su malicia los ciega.
No conocen los ocultos designios de Dios,
no esperan el premio de la virtud,
ni creen en la recompensa de una vida intachable.

Salmo Responsorial

Salmo 33, 17-18. 19-10. 21 y 23
R. (19a) El Señor no está lejos de sus fieles.
En contra del malvado está el Señor,
para borrar de la tierra su memoria.
Escucha, en cambio, al hombre justo,
y lo libra de todas sus congojas.
R. El Señor no está lejos de sus fieles.
El Señor no está lejos de sus fieles
y levanta a las almas abatidas.
Muchas tribulaciones pasa el justo,
pero de todas ellas Dios lo libra.
R. El Señor no está lejos de sus fieles.
Por los huesos del justo vela Dios,
sin dejar que ninguno se le quiebre.
Salva el Señor la vida de sus siervos;
no morirán quienes en él esperan.
R. El Señor no está lejos de sus fieles.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 4
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No sólo de pan vive el hombre,
sino también de toda palabra
que sale de la boca de Dios.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Jn 7, 1-2. 10. 25-30
En aquel tiempo, Jesús recorría Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba ya la fiesta de los judíos, llamada de los Campamentos.

Cuando los parientes de Jesús habían llegado ya a Jerusalén para la fiesta, llegó también él, pero sin que la gente se diera cuenta, como de incógnito. Algunos, que eran de Jerusalén, se decían: “¿No es éste al que quieren matar? Miren cómo habla libremente y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que es el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde viene éste; en cambio, cuando llegue el Mesías, nadie sabrá de dónde viene”.

Jesús, por su parte, mientras enseñaba en el templo, exclamó: “Conque me conocen a mí y saben de dónde vengo… Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; y a él ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado”. Trataron entonces de capturarlo, pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Reflexión

En Juan 7, 1-2, 10, 25-30, somos espectadores de un momento lleno de tensión y expectativa, donde Jesús se mueve con audacia y sabiduría en medio de situaciones que podrían desalentar a cualquiera. Este pasaje nos lleva a una de las festividades más alegres del calendario judío, la Fiesta de los Tabernáculos, un evento que celebraba la provisión y protección de Dios durante el éxodo de Egipto, y que también era una época de agradecimiento por la cosecha.

Aquí, Jesús decide ir a Jerusalén, a pesar de saber que en esa  ciudad lo esperan quienes buscan hacerle daño. Lo hace no de manera ostentosa, sino discretamente, evitando provocar un enfrentamiento prematuro. Esta decisión nos habla de un valor central en la vida de Jesús: su compromiso con la misión que el Padre le ha encomendado, por encima de cualquier riesgo personal. Nos muestra a un Jesús consciente de su destino, pero firme en su camino, sin dejarse intimidar por las amenazas.

En la narrativa, las discusiones sobre la identidad de Jesús reflejan la división entre los habitantes de Jerusalén. Algunos ven en él al Mesías esperado, mientras que otros dudan y cuestionan su procedencia. Jesús responde con claridad sobre su origen divino, señalando que, aunque lo conocen y saben de dónde es, no comprenden verdaderamente su conexión con el Padre. Este diálogo nos invita a profundizar en nuestra comprensión de quién es Jesús, más allá de las apariencias o las expectativas humanas.

El pasaje nos enfrenta al misterio de la encarnación: Dios haciéndose humano, habitando entre nosotros, pero a menudo incomprendido por aquellos a quienes vino a salvar. Nos recuerda que la revelación de Dios en Jesús desafía nuestras categorías y expectativas, invitándonos a encontrarnos con Él de una manera más profunda y personal.

Este relato también nos habla del contexto en el que Jesús vivía, un tiempo de gran efervescencia religiosa y política. Nos ayuda a entender las complejidades de aquel periodo y cómo Jesús, a pesar de las tensiones y conflictos, se mantuvo enfocado en su misión de revelar el amor y la justicia de Dios.

Para nosotros, en la actualidad, este pasaje es una llamada a seguir el ejemplo de Jesús, enfrentando los retos y adversidades con fe y confianza en Dios. Nos anima a ser fieles a nuestra misión y propósito, incluso cuando no comprendemos completamente el camino o enfrentamos oposición. Nos invita a mirar más allá de las opiniones y juicios humanos, para encontrar en Jesús la verdadera dirección y significado para nuestras vidas.

Juan nos ofrece una imagen poderosa de Jesús, que, con valentía y confianza en su misión divina, nos inspira a vivir con la misma integridad y propósito, guiados por la luz de su amor y verdad.




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