febrero 27, 2024 in Evangelios

Evangelio del 28 de febrero del 2024

Miércoles de la II semana de Cuaresma

Lectionary: 232

Primera lectura

Jer 18, 18-20
En aquellos días, los enemigos del profeta se dijeron entre sí: “Vengan, tendamos un lazo a Jeremías, porque no le va a faltar doctrina al sacerdote, consejo al sabio, ni inspiración al profeta. Vengan, ataquémoslo de palabra y no hagamos caso de sus oráculos”.

Jeremías le dijo entonces a Dios:
“Señor, atiéndeme.
Oye lo que dicen mis adversarios.
¿Acaso se paga bien con mal?
Porque ellos han cavado una fosa para mí.
Recuerda cómo he insistido ante ti,
intercediendo en su favor,
para apartar de ellos tu cólera”.

Salmo Responsorial

Salmo 30, 5-6. 14. 15-16
R. (17b) Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Sácame, Señor, de la trampa que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
En tus manos encomiendo mi espíritu:
y tú, mi Dios leal, me librarás.
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Oigo las burlas de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y tratan de quitarme la vida.
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Pero yo, Señor, en ti confío.
Tú eres mi Dios
Y en tus manos está mi destino.
Líbrame de los enemigos que me persiguen.
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 12
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Mt 20, 17-28
En aquel tiempo, mientras iba de camino a Jerusalén, Jesús llamó aparte a los Doce y les dijo: “Ya vamos camino de Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; pero al tercer día, resucitará”.

Entonces se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo, junto con ellos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: “¿Qué deseas?” Ella respondió: “Concédeme que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino”. Pero Jesús replicó: “No saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?” Ellos contestaron: “Sí podemos”. Y él les dijo: “Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado”.

Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. Que no sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos”.

Reflexión

El pasaje del Evangelio de Mateo 20:17-28 presenta un fuerte contraste entre la comprensión de Jesús sobre el liderazgo y las ambiciones mundanas de sus discípulos. Mientras Jesús predice su sufrimiento y sacrificio, la atención de los discípulos se desvía por un deseo de poder y estatus dentro del presunto reino terrenal de Jesús.

Al iniciar su camino hacia Jerusalén, Jesús prepara a sus discípulos para los acontecimientos venideros que culminarán en su pasión, muerte y resurrección. Este camino no solo simboliza el sacrificio supremo por la humanidad, sino que también establece el marco para comprender la verdadera esencia del liderazgo y la grandeza en el reino de Dios. La petición de la madre de los hijos de Zebedeo, buscando honor y posición para sus hijos, se convierte en un momento de enseñanza crucial, donde Jesús desvía la conversación de las aspiraciones mundanas hacia las realidades del reino de Dios.

El desafío de Jesús, “¿Podéis beber del cáliz que yo he de beber?”, pone de relieve la desconexión entre las expectativas de los discípulos y la realidad de seguirlo. El cáliz es un símbolo de sufrimiento y sacrificio, y el verdadero discipulado exige abrazar este costo. Significa dejar de lado la ambición personal por el bien de servir a los demás.

El pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestras propias tendencias a centrarnos en el poder terrenal y nuestra vacilación a la hora de abrazar los aspectos más desafiantes del mensaje del Evangelio. Cuando no escuchamos el núcleo de la enseñanza de Jesús, o cuando evitamos hablar sobre su poder transformador, participamos en una dilución del Evangelio. Se convierte en una herramienta para la autopreservación o la ganancia social, no en la llamada radical al amor y al servicio que se pretendía que fuera.

El Evangelio nos llama a un profundo cambio. Se nos invita a cambiar nuestro enfoque de lo que podemos obtener de nuestra fe a lo que podemos ofrecer en servicio. Esto significa enfrentar nuestros deseos de estatus y buscar activamente formas de elevar y apoyar a los que nos rodean. Puede significar hablar en contra de la injusticia o simplemente ofrecer un oído atento y una mano amiga.

Vivir plenamente el mensaje del Evangelio es un desafío de por vida. Requiere una constante reorientación de nuestros corazones y mentes. Sin embargo, al abrazar este camino de servicio, descubrimos algo profundo: al entregarnos, encontramos la verdadera realización que elude a los que se centran en el poder terrenal. La promesa del Evangelio no es una vida cómoda, sino una vida significativa.

Oremos por la fuerza para escuchar profundamente las palabras de Cristo, para expresar su mensaje con valentía y para vivir nuestras vidas de una manera que refleje la naturaleza radical del llamado del Evangelio.




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