Lecturas del 26 de enero del 2024
Memoria de Santos Timoteo y Tito, obispos
Lectionary: 520/321
Primera lectura
Cuando de noche y de día te recuerdo en mis oraciones, le doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia pura, como lo aprendí de mis antepasados.
No puedo olvidar tus lágrimas al despedirnos y anhelo volver a verte para llenarme de alegría, pues recuerdo tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loida y tu madre Eunice, y que estoy seguro que también tienes tú.
Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Porque el Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación. No te avergüences, pues, de dar testimonio de nuestro Señor, ni te avergüences de mí, que estoy preso por su causa. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios.
O bien:
Querido Tito, mi verdadero hijo en la fe que compartimos: te deseo la gracia y la paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro salvador. El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como te lo ordené.
Salmo Responsorial
R. (3) Cantemos la grandeza del Señor.
Cantemos al Señor un canto nuevo,
que le cante al Señor toda la tierra;
cantemos al Señor y bendigámoslo.
R. Cantemos la grandeza del Señor.
Proclamemos su amor días tras día,
su grandeza anunciemos a los pueblos;
de nación en nación, sus maravillas.
R. Cantemos la grandeza del Señor.
Alaben al Señor, pueblo de orbe,
reconozcan su gloria y su poder
y tribútenle honores a su nombre.
R. Cantemos la grandeza del Señor.
“Reina el Señor”, digamos a los pueblos.
el afianzó con su poder el orbe.
Gobierna a las naciones con justicia.
R. Cantemos la grandeza del Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino
a la gente sencilla.
R. Aleluya.
Evangelio según san Marcos 4, 21-25
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “¿Acaso se enciende una vela para meterla debajo de una olla o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque si algo está escondido, es para que se descubra; y si algo se ha ocultado, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga”.
Siguió hablándoles y les dijo: “Pongan atención a lo que están oyendo. La misma medida que utilicen para tratar a los demás, esa misma se usará para tratarlos a ustedes, y con creces. Al que tiene, se le dará; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará”.
Reflexión
La memoria de los santos Timoteo y Tito, obispos, nos invita a contemplar la vida de dos figuras esenciales en la historia temprana de la Iglesia. Discípulos y colaboradores cercanos del Apóstol Pablo, estos santos se destacaron por su dedicación y fervor en la propagación del Evangelio. Timoteo y Tito simbolizan la transmisión fiel del mensaje cristiano y el compromiso con la formación de comunidades de fe sólidas y unidas.
El Evangelio de Marcos, en el capítulo 4, versículos 21 a 25, nos ofrece una enseñanza de Jesús que es especialmente pertinente al recordar a estos dos grandes obispos. En este pasaje, Jesús utiliza parábolas para ilustrar verdades profundas sobre el Reino de Dios. Comienza con la metáfora de una lámpara, señalando que no se trae para ser colocada debajo de una cama o un celemín, sino sobre un candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Con esta imagen, Jesús nos insta a llevar la luz de la verdad y el amor de Dios a la vista de todos, no para ocultarla o disminuir su brillo.
Esta enseñanza encuentra un paralelo en la vida de Timoteo y Tito, quienes no ocultaron su fe ni su sabiduría bajo el velo del temor o la incertidumbre, sino que la expusieron con valentía y claridad para iluminar a sus comunidades. Su vida y ministerio fueron faros de esperanza y guía para los creyentes, reflejando la luz del Evangelio en sus acciones y palabras.
El pasaje continúa con una advertencia y una promesa: todo lo oculto será revelado, y se dará más a quien tiene, mientras que al que no tiene, incluso lo poco que tiene le será quitado. Esta parte del mensaje de Jesús resalta la importancia de la responsabilidad en el manejo de la verdad revelada. Es un llamado a profundizar y compartir nuestra comprensión de la fe, reconociendo que el conocimiento y la sabiduría espiritual crecen y se enriquecen al ser compartidos.
La historia de Timoteo y Tito nos muestra cómo ellos asumieron esta responsabilidad con seriedad y devoción. A través de su liderazgo, enseñanza y ejemplo, fomentaron el crecimiento espiritual en sus comunidades, multiplicando los dones que habían recibido. Nos recuerdan que la fe no es solo un tesoro personal, sino un regalo para ser cultivado y compartido generosamente.
En nuestra reflexión, podemos preguntarnos cómo estamos utilizando los dones de la fe y la sabiduría en nuestra propia vida. ¿Estamos escondiendo nuestra luz bajo una medida o la estamos colocando en lo alto para que ilumine a todos? ¿Cómo podemos seguir el ejemplo de Timoteo y Tito en la difusión del Evangelio y el fortalecimiento de nuestra comunidad de fe?
Deja una respuesta