enero 12, 2024 in Evangelios

Lecturas del 18 de enero del 2024 :: Jueves de la II semana del Tiempo ordinario

Jueves de la II semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 314

Primera lectura

1 Sm 18, 6-9; 19, 1-7

En aquellos días, cuando David regresaba de haber matado al filisteo, las mujeres de todos los poblados salieron a recibir al rey Saúl, danzando y cantando al son de tambores y panderos, y dando grandes gritos de alegría. Al danzar, las mujeres cantaban a coro:“Mató Saúl a mil,
pero David a diez mil”.A Saúl le cayeron muy mal esas palabras y se enojó muchísimo y comentó: “A David le atribuyen diez mil, y a mí tan sólo mil. Lo único que le falta es ser rey”. Desde entonces, Saúl miraba a David con rencor.Un día, Saúl comunicó a su hijo Jonatán y a sus servidores que había decidido matar a David. Pero Jonatán quería mucho a David y le dijo a éste: “Mi padre Saúl trata de matarte. Cuídate, pues, mucho, mañana por la mañana. Retírate a un lugar seguro y escóndete. Yo saldré con mi padre por el campo donde tú estés y le hablaré de ti; veré qué piensa y te lo avisaré”.Habló entonces Jonatán a su padre en favor de David y le dijo: “No hagas daño, señor mío, a tu siervo David, pues él no te ha hecho ningún mal, sino grandes servicios. Arriesgó su vida para matar al filisteo, con lo cual el Señor dio una gran victoria a todo Israel. Tú mismo lo viste y te alegraste. ¿Por qué, pues, quieres hacerte reo de sangre inocente, matando a David sin motivo?” Al oír esto, se aplacó Saúl y dijo: “Juro por Dios que David no morirá”.Entonces Jonatán llamó a David y le contó lo sucedido. Luego lo condujo ante Saúl, y David continuó a su servicio, como antes.

Salmo Responsorial

Salmo 55

R. (5bc) En el Señor confío y nada temo.
Tenme piedad, Señor, porque me acosan,
me persiguen y atacan todo el día;
me pisan sin cesar mis enemigos;
innumerables son los que me hostigan.
R. En el Señor confío y nada temo.
Toma en cuenta, Señor, todos mis pasos
y recoge mis lágrimas.
Que cuando yo te invoque, el enemigo
se bata en retirada.
R. En el Señor confío y nada temo.
Yo sé bien que el Señor está conmigo;
por eso en Dios, cuya promesa alabo,
sin temor me confío.
¿Qué hombre ha de poder causarme daño?
R. En el Señor confío y nada temo.

Aclamación antes del Evangelio

2 Tim 1, 10

R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro Salvador, ha vencido la muerte
y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.
R. Aleluya.

Evangelio

Mc 3, 7-12

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde él estaba.Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.

Reflexión

El fragmento del Evangelio de Marcos 3, 7-12 nos lleva a una escena vibrante , que revela múltiples dimensiones del ministerio de Jesús. Habla sobre la identidad y misión de Jesús. 

En estos versículos, Marcos nos describe cómo Jesús, junto a sus discípulos, se retira hacia el mar. Una gran multitud, proveniente de diversas regiones, le sigue. La diversidad de las procedencias de esta muchedumbre sugiere el atractivo universal y transfronterizo del mensaje de Jesús. Esto indica el reconocimiento creciente de Jesús como un maestro y sanador, cuya fama trasciende las barreras culturales y geográficas de su tiempo.

La escena se intensifica con la presencia de aquellos poseídos por espíritus inmundos, quienes, al ver a Jesús, se postran y proclaman su divinidad. Aquí, Marcos nos ofrece una visión teológica profunda: incluso los espíritus reconocen en Jesús una autoridad que los seres humanos aún no comprenden completamente. Este reconocimiento sobrenatural de Jesús como el Hijo de Dios contrasta con la incomprensión o el rechazo de las autoridades religiosas y políticas de la época. Esta dualidad refleja un tema recurrente en los evangelios: el misterio de la identidad de Jesús, que es reconocido más fácilmente por aquellos en los márgenes de la sociedad que por los centros de poder religioso y político.

Al igual que la multitud que seguía a Jesús, nosotros también buscamos guía, sanación y esperanza. El pasaje nos motiva a reflexionar sobre cómo respondemos a la presencia de lo sagrado: ¿Lo reconocemos y lo acogemos, o nos resistimos y lo rechazamos por no ajustarse a nuestras expectativas o entendimientos previos?

Además, la reacción de Jesús a esta proclamación de su divinidad es significativa. Él ordena a los espíritus que no lo hagan conocido. Este “secreto mesiánico” es un tema central en el Evangelio de Marcos. Jesús busca evitar malentendidos sobre su misión y rechaza cualquier glorificación superficial o malinterpretación de su identidad como Mesías. Esto señala una enseñanza esencial: el verdadero entendimiento de Jesús y su misión no proviene del poder espectacular o de la aclamación popular, sino de una relación profunda y personal con él, que conlleva un compromiso con sus enseñanzas y su camino de amor, servicio y sacrificio.

Marcos nos muestra un Jesús que atrae a todos, trascendiendo barreras, pero que al mismo tiempo desafía nuestras comprensiones y expectativas convencionales. Nos hace pensar sobre cómo reconocemos y respondemos a lo divino en nuestras vidas, recordándonos que el verdadero conocimiento de Jesús y su misión va más allá de las manifestaciones exteriores de poder, radicando en una relación transformadora basada en el amor y el seguimiento fiel.




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