Lecturas del 16 de enero del 2024 :: Martes de la II Semana del Tiempo ordinario
Martes de la II Semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 312
Primera Lectura
En aquellos días, dijo el Señor a Samuel: “¿Hasta cuándo vas a estar triste por Saúl? Yo ya lo rechacé y él no reinará más sobre Israel. Ve a la casa de Jesé, en Belén, porque de entre sus hijos me he escogido un rey. Llena, pues, tu cuerno de aceite para ungirlo y vete”.
Pero Samuel le replicó: “¿Cómo voy a ir? Si Saúl se entera, me matará”. El Señor le respondió: “Lleva contigo una ternera y di: ‘Vengo a ofrecer un sacrificio al Señor’. Invita a Jesé al sacrificio y yo te indicaré lo que has de hacer. Luego ungirás al que yo te señale”.
Hizo Samuel lo que el Señor le había dicho. Cuando llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirlo temerosos y le preguntaron: “¿Vienes en son de paz?” Les respondió: “Sí. Vengo a ofrecer un sacrificio al Señor. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio”. Luego purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó también al sacrificio.
Cuando se presentaron ante él, al ver a Eliab, el hijo mayor de Jesé, Samuel pensó: “Éste es, sin duda, el que voy a ungir como rey”. Pero el Señor le dijo: “No te dejes impresionar por su aspecto ni por su gran estatura, pues yo lo he descartado, porque yo no juzgo como juzga el hombre. El hombre se fija en las apariencias, pero el Señor se fija en los corazones”.
Entonces, Jesé llamó a su hijo Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel, el cual le dijo: “Tampoco a éste lo ha escogido el Señor”. Jesé hizo pasar a Samá, pero Samuel le dijo: “A éste tampoco lo ha elegido el Señor”. Así fueron pasando ante Samuel siete de los hijos de Jesé; pero Samuel dijo: “Ninguno de éstos es el elegido del Señor”. Luego le preguntó a Jesé: “¿Son éstos todos tus hijos?” Él respondió: “Falta el más pequeño, que está cuidando el rebaño”. Samuel le dijo: “Hazlo venir, porque no nos sentaremos a comer hasta que llegue”. Y Jesé lo mandó llamar.
El muchacho era rubio, de ojos vivos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: “Levántate y úngelo, porque éste es”. Tomó Samuel el cuerno con el aceite y lo ungió delante de sus hermanos. A partir de aquel día, el espíritu del Señor estuvo con David. Samuel se despidió y regresó a Ramá.
Salmo Responsorial
R. (21a) He encontrado a David, mi servidor.
Hablando tú en visión a tus amigos
un día les dijiste:
“He escogido a un valiente de mi pueblo
y he ceñido a sus sienes la corona. R.
R. He encontrado a David, mi servidor.
He encontrado a David, mi servidor,
y con mi aceite santo lo he ungido.
Lo sostendrá mi mano
y le dará mi brazo fortaleza. R.
R. He encontrado a David, mi servidor.
El me podrá decir: ‘Tú eres mi padre,
el Dios que me protege y que me salva’.
Y yo lo nombraré mi primogénito
sobre todos los reyes de la tierra”. R.
R. He encontrado a David, mi servidor.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo
ilumine nuestras mentes,
para que podamos comprender cuál es la esperanza
que nos da su llamamiento.
R. Aleluya.
Evangelio
Un sábado, Jesús iba caminando entre los sembrados, y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron: “¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?”
Él les respondió: “¿No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros”.
Luego añadió Jesús: “El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado”.
Reflexión
El pasaje de Marcos 2, 23-28 nos presenta una enseñanza fundamental de Jesús sobre la esencia del sábado. Esta narrativa, nos impulsa a reflexionar sobre la relación entre la ley religiosa y el bienestar humano.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaban un campo de trigo en sábado. Los discípulos, impulsados por el hambre, comenzaron a arrancar espigas. Los fariseos, observadores estrictos de la ley, cuestionaron a Jesús sobre esta aparente transgresión del descanso sabático. Jesús respondió recordando el episodio bíblico de David, quien, cuando necesitaba y tenía hambre, junto con sus compañeros, comió los panes consagrados, los cuales solo estaban permitidos para los sacerdotes. Con esta referencia histórica, Jesús no solo justifica la acción de sus seguidores, sino que también revela una comprensión más profunda de la ley.
La enseñanza de Jesús subraya que las normas y rituales religiosos no deben perder de vista su propósito esencial: servir al bienestar del ser humano. En este punto, Jesús proclama que el sábado fue hecho para el hombre y no el hombre para el sábado. Esta afirmación lleva implícita una crítica a una interpretación legalista y rígida de la ley, proponiendo un enfoque más humano y compasivo. A través de esta óptica, Jesús revela un profundo entendimiento de la naturaleza y el propósito de la ley divina: una guía para el bienestar humano, no un fin en sí misma.
Este pasaje refleja el corazón del mensaje de Jesús: la ley debe interpretarse a la luz del amor y la misericordia. Esta idea se convierte en una piedra angular de su enseñanza, invitando a sus seguidores a una comprensión más profunda y espiritual de las escrituras. El amor y la compasión deben prevalecer sobre una observancia rígida y desprovista de comprensión.
El relato nos llama a reflexionar sobre cómo nuestras propias prácticas y creencias pueden a veces alejarnos del núcleo de lo que significa ser compasivos y humanos. Nos invita a cuestionar si nuestras acciones reflejan realmente los valores fundamentales de nuestra fe. Nos propone buscar un equilibrio entre el respeto a nuestras tradiciones y la necesidad de responder con amor y compasión a las situaciones de la vida cotidiana.
En conclusión, este segmento del evangelio de Marcos nos enseña sobre la importancia de interpretar la ley y las escrituras a través del lente del amor y la compasión. Nos recuerda que las prácticas religiosas están destinadas a mejorar la vida humana, no a imponer cargas innecesarias. En este pasaje, Jesús se revela como un maestro de sabiduría, cuyo mensaje trasciende el tiempo y sigue siendo importante en nuestro propio viaje espiritual.
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