“Miren: Viene un tiempo, dice el Señor,
en que haré surgir un renuevo en el tronco de David:
será un rey justo y prudente
y hará que en la tierra se observen la ley y la justicia.En sus días será puesto a salvo Judá,
Israel habitará confiadamente
y a él lo llamarán con este nombre:
‘El Señor es nuestra justicia’.

Por eso, miren que vienen tiempos, oráculo del Señor, en los que no se dirá: ‘Bendito sea el Señor, que sacó a los israelitas de Egipto’, sino que se dirá: ‘Bendito sea el Señor, que sacó a los hijos de Israel del país del norte y de los demás países donde los había dispersado, y los trajo para que habitaran de nuevo su propia tierra’ “.

R. (cf 7) Ven, Señor, rey de justicia y de paz.
Comunica, Señor, al rey tu juicio
y tu justicia, al que es hijo de reyes;
así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres
y regirá a tu pueblo justamente.
R. Ven, Señor, rey de justicia y de paz.
Al débil librará del poderoso
y ayudará al que se encuentra sin amparo;
se apiadará del desvalido y pobre
y salvará la vida al desdichado.
R. Ven, Señor, rey de justicia y de paz.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace grandes cosas.
Que su nombre glorioso sea bendito
y la tierra se llene de su gloria.
R. Ven, Señor, rey de justicia y de paz.

R. Aleluya, aleluya.
Señor nuestro, que guiaste a tu pueblo por el desierto
y le diste la ley a Moisés en el Sinaí,
ven a redimirnos con tu poder.
R. Aleluya

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.

Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.

Reflexión

El pasaje del Evangelio según San Mateo 1:18-24 narra la concepción de Jesús y la reacción de José ante esta noticia. Esta porción de la Escritura se sitúa en un contexto crucial tanto para la teología cristiana como para la historia religiosa, marcando el inicio de la narrativa del Nuevo Testamento.

Este relato, en sus líneas, revela mucho sobre las costumbres y la cultura de la época. José, descrito como un hombre justo, se enfrenta a un dilema moral y social al descubrir que María, su prometida, está embarazada antes de su convivencia. En aquel tiempo, el compromiso matrimonial tenía un peso legal y moral significativo, y el embarazo de María podría haber sido visto como un grave escándalo. Sin embargo, la intervención divina a través de un sueño transforma la preocupación de José en aceptación y fe. Este cambio refleja un movimiento profundo de confianza en un plan divino más allá de la comprensión humana.

El pasaje es fundamental, ya que establece la doctrina de la encarnación. La concepción virginal es un pilar en la comprensión cristiana de Jesús como verdadero Dios y verdadero hombre. Este misterio abarca la unión de lo divino y lo humano, fundamentando la salvación y la redención en la fe cristiana.

Mateo nos invita a una profunda reflexión personal. El acto de fe de José, ante los obstáculos que enfrenta, sirve como ejemplo de cómo la fe puede guiar en momentos de incertidumbre y prueba. La historia de José nos anima a confiar en un plan más grande, incluso cuando nuestra lógica y entendimiento se ven desafiados. Este episodio también nos incita a una meditación interior sobre cómo nuestras propias creencias y valores nos guían en decisiones difíciles.

La reacción de José ante el embarazo de María también nos habla sobre la misericordia y la compasión. En lugar de reaccionar con ira o rechazo, él elige un camino de comprensión y amor, reflejando así los valores centrales del mensaje cristiano. Este comportamiento ofrece una poderosa lección sobre cómo tratar a los demás, especialmente en situaciones que desafían nuestras expectativas o normas sociales.

Para concluir, este pasaje del Evangelio de Mateo no solo establece un fundamento teológico clave para la fe cristiana, sino que también proporciona una rica fuente de reflexión sobre la fe, la confianza, y el amor. Nos invita a considerar cómo esa fe puede transformar nuestra comprensión y respuesta ante las situaciones imprevistas de la vida, guiándonos hacia una mayor compasión y comprensión.