“Urge un cambio de mentalidad para acabar con guerras y crisis”
Tiziana Campisi – Ciudad del Vaticano
Lo afirma el Papa Francisco en el mensaje enviado al simposio promovido por el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral con motivo del décimo aniversario de la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, recordando su invitación a los creyentes a “recuperar la alegría misionera de los primeros cristianos”, que aunque calumniados, perseguidos, torturados, asesinados “fueron el paradigma de una Iglesia en salida, que ‘supo tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los alejados” e “invitar a los excluidos”.
Deuda de amor hacia los pobres
“El anuncio del Evangelio en el mundo de hoy sigue exigiendo por nuestra parte ‘una resistencia profética’, como alternativa cultural” – subraya el Papa – y ello “frente al individualismo hedonista pagano”, al “sistema que mata, excluye, destruye la dignidad humana” y a la “mentalidad que aísla, aliena, limita la vida interior a los propios intereses”, alejándose del prójimo y de Dios.
El Pontífice reitera también que la misión evangelizadora y la vida cristiana “no pueden descuidar a los pobres”, porque todo el camino de la “redención está marcado por los pobres”.
Era una pobre muchacha María, Madre de Jesús, que entre otras cosas “se hizo pobre, que nació en un establo entre animales y campesinos, que creció entre obreros y se ganó la vida con sus propias manos, que se rodeó de multitudes de desposeídos, se identificó con ellos, los puso en el centro de su corazón, les anunció la Buena Nueva en primer lugar”, enviándolos a todos “a alimentarlos, a distribuirles bienes con justicia, a defender su causa”.
“Por eso, el Papa no puede dejar de poner a los pobres en el centro – subraya Francisco – no es política, no es sociología, no es ideología, es pura y simplemente la exigencia del Evangelio”.
Un “principio innegociable” – lo define el Pontífice – cuyas implicaciones prácticas pueden variar “para cada contexto, sociedad, persona e institución”, sin perjuicio de que todo cristiano tiene una deuda de amor hacia los pobres.
La desigualdad, raíz de los males sociales
Precisamente en el “amor activo que debemos a los pobres está la cura para ‘el gran riesgo del mundo actual, con sus múltiples y opresivas ofertas de consumo’ – señala el Papa, que, como ya especificó en Evangelii gaudium – para resolver radicalmente los problemas de los pobres, condición necesaria para resolver cualquier otro problema, ya que la desigualdad es la raíz de los males sociales”, y pide “un cambio profundo de mentalidad y de estructuras”.
Sin ese cambio “estamos condenados a ver cómo se agravan las crisis climática, sanitaria, migratoria y, en particular, la violencia y las guerras, poniendo en peligro a toda la familia humana, pobres y no pobres, integrados y excluidos, porque ‘todos estamos en la misma barca y estamos llamados a remar juntos'”.
La desigualdad de la economía contemporánea “mata, descarta y destruye a la hermana madre tierra, en la mentalidad egoísta que la sostiene” – añade el Pontífice – y “se equivocan quienes piensan que pueden salvarse solos, en este mundo o en el otro”.
Una nueva mentalidad
Para el Papa Francisco es necesario pensar “en términos de comunidad” y “de prioridad de la vida de todos” y hay que vivir la solidaridad “como la decisión de devolver a los pobres lo que les corresponde”.
“Respetando la independencia y la cultura de cada nación, hay que recordar siempre que el planeta es de toda la humanidad y para toda la humanidad – prosigue el Papa – que insta a “abrir los oídos al grito de otros pueblos o de otras regiones de nuestro país”.
Nuevas estructuras sociales
En cuanto a las estructuras, para Francisco, “deben ‘renunciar a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacar las causas estructurales de la desigualdad'”. En su lugar, la política económica debe basarse en la dignidad de toda persona humana y en el bien común.
“La vocación del empresario es noble, siempre que se deje interpelar por un sentido más amplio de la vida” – observa el Papa – que pide un crecimiento económico “en equidad”, con “decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución de la renta, a la creación de oportunidades de trabajo y a una promoción integral de los pobres que vaya más allá del mero asistencialismo”.
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