noviembre 23, 2023 in Evangelios

Lecturas del 30 de noviembre del 2023

Fiesta de San Andrés, Apóstol

Lectionary: 684

Primera lectura

Romanos 10, 9-18

Hermanos: Basta que cada uno declare con su boca que Jesús es el Señor y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, para que pueda salvarse. En efecto, hay que creer con el corazón para alcanzar la santidad y declarar con la boca para alcanzar la salvación.

Por eso dice la Escritura: Ninguno que crea en él quedará defraudado, porque no existe diferencia entre judío y no judío, ya que uno mismo es el Señor de todos, espléndido con todos los que lo invocan, pues todo el que invoque al Señor como a su Dios, será salvado por él.

Ahora bien, ¿cómo van a invocar al Señor, si no creen en él? ¿Y cómo van a creer en él, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír hablar de él, si no hay nadie que se lo anuncie? ¿Y cómo va a haber quienes lo anuncien, si no son enviados? Por eso dice la Escritura: ¡Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero que trae buenas noticias!

Sin embargo, no todos han creído en el Evangelio. Ya lo dijo Isaías: Señor, ¿quién ha creído en nuestra predicación? Por lo tanto, la fe viene de la predicación y la predicación consiste en anunciar la palabra de Cristo.

Entonces yo pregunto: ¿Acaso no habrán oído la predicación? ¡Claro que la han oído!, pues la Escritura dice: La voz de los mensajeros ha resonado en todo el mundo y sus palabras han llegado hasta el último rincón de la tierra.

Salmo Responsorial

Salmo 18, 2-3. 4-5

R. (5a) El mensaje del Señor resuena en toda la tierra.
Los cielos proclaman la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Un día comunica su mensaje al otro día
y una noche se lo transmite a la otra noche.
R. El mensaje del Señor resuena en toda la tierra.
Sin que pronuncien una palabra,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra llega su sonido
y su mensaje hasta el fin del mundo.
R. El mensaje del Señor resuena en toda la tierra.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 19
R. Aleluya, aleluya.
Síganme, dice el Señor,
y yo los haré pescadores de hombres.
R. Aleluya.

Evangelio

Mateo 4, 18-22

Una vez que Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés, los cuales estaban echando las redes al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores de hombres”. Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca, remendando las redes, y los llamó también. Ellos, dejando enseguida la barca y a su padre, lo siguieron.

Reflexión

En la Fiesta de San Andrés, Apóstol, el Evangelio de Mateo 4:18-22 nos presenta una escena clave: el llamado de Jesús a Andrés y Pedro, dos humildes pescadores. Este pasaje es mucho más que un relato sobre el inicio del ministerio de Jesús; es una invitación profunda a reflexionar sobre el llamado a seguir a Cristo y la naturaleza del discipulado.

La imagen de Jesús caminando por la orilla del mar de Galilea y llamando a Andrés y Pedro es poderosa. Él los encuentra en su rutina diaria, en el trabajo común de la pesca. Su llamado, “Síganme y los haré pescadores de hombres”, simboliza una transformación de la vida y la misión. Jesús no solo invita a Andrés y a su hermano a seguirlo, sino que les promete una nueva identidad y propósito: de ser pescadores de peces a ser pescadores de hombres.

La respuesta inmediata de Andrés y Pedro, dejando las redes, es un testimonio de fe y confianza en Jesús. Esta disposición a dejarlo todo y seguir a Cristo es un modelo de respuesta al llamado divino. Nos desafía a considerar qué estamos dispuestos a dejar atrás para seguir a Jesús y abrazar plenamente nuestra identidad cristiana.

El llamado de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, refuerza este mensaje. Ellos también responden con prontitud, dejando su barca y a su padre. Este acto simboliza la renuncia a la seguridad y las relaciones familiares en pos del seguimiento de Jesús. Nos recuerda que el discipulado puede requerir sacrificios personales y la disposición a priorizar a Cristo por encima de todo.

La historia de San Andrés y los demás apóstoles nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de nuestro propio llamado. Como cristianos, estamos llamados a ser discípulos en nuestro entorno, transformando nuestra vida cotidiana mediante nuestra fe y testimonio. Nos anima a buscar maneras de ser “pescadores de hombres”, es decir, a compartir el amor y el mensaje de Cristo con los demás.

En conclusión, la Fiesta de San Andrés es una oportunidad para recordar el llamado continuo de Cristo a cada uno de nosotros. Nos alienta a responder con fe y coraje, dispuestos a dejar atrás nuestras propias redes y seguir a Jesús. En un mundo que a menudo valora el éxito material y la seguridad personal, el llamado de Jesús a Andrés, Pedro, Santiago y Juan es un recordatorio inspirador de que nuestra verdadera misión y propósito se encuentran en el seguimiento de Cristo y en la construcción del Reino de Dios.




Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Al navegar por este sitio web, aceptas nuestras políticas de privacidad.
Acepto