noviembre 19, 2023 in Evangelios

Lecturas del 24 de noviembre del 2023

Primera lectura

1 Mc 4, 36-37. 52-59
En aquellos días, Judas y sus hermanos se dijeron: “Nuestros enemigos están vencidos; vamos, pues, a purificar el templo para consagrarlo de nuevo”. Entonces se reunió todo el ejército y subieron al monte Sión.

El día veinticinco de diciembre del año ciento cuarenta y ocho, se levantaron al romper el día y ofrecieron sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían construido, un sacrificio conforme a la ley. El altar fue inaugurado con cánticos, cítaras, arpas y platillos, precisamente en el aniversario del día en que los paganos lo habían profanado. El pueblo entero se postró en tierra y adoró y bendijo al Señor, que los había conducido al triunfo.

Durante ocho días celebraron la consagración del altar y ofrecieron con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Adornaron la fachada del templo con coronas de oro y pequeños escudos, restauraron los pórticos y las salas, y les pusieron puertas. La alegría del pueblo fue grandísima y el ultraje inferido por los paganos quedó borrado.

Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, determinó que cada año, a partir del veinticinco de diciembre, se celebrara durante ocho días, con solemnes festejos, el aniversario de la consagración del altar.

Salmo Responsorial

1 Crónicas 29, 10. 11abc. 11d-12a. 12bcd

R. (13b) Bendito seas, Señor, Dios nuestro.
Bendito seas, Señor,
Dios de nuestro padre Jacob,
Desde siempre y para siempre.
R. Bendito seas, Señor, Dios nuestro.
Tuya es la grandeza y el poder,
El honor, la majestad y la gloria,
pues tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra.
R. Bendito seas, Señor, Dios nuestro.
Tuyo, Señor, es el reino,
tú estás por encima de todos los reyes.
De ti provienen las riquezas y la gloria.
R. Bendito seas, Señor, Dios nuestro.
Tú lo gobiernas todo,
en tu mano están la fuerza y el poder
y de tu mano proceden la gloria y tu fortaleza.
R. Bendito seas, Señor, Dios nuestro.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 27
R. Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor;
yo las conozco y ellas me siguen.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 19, 45-48
Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí, diciéndoles: “Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones“.

Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo, intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.

Reflexión

El pasaje de Lucas 19:45-48 nos presenta un momento significativo y desafiante en el ministerio de Jesús: su acto de purificación del templo. Este episodio no solo subraya la santidad del lugar de adoración, sino que también revela el celo de Jesús por mantener la integridad y la verdadera función de la casa de Dios.

Cuando Jesús entra en el templo y expulsa a los vendedores y compradores, su acción es tanto simbólica como literal. Al declarar “Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones”, denuncia la corrupción y la desviación de los verdaderos propósitos del templo. Esta frase, que contrasta la santidad y la perversión, resalta la importancia de preservar los espacios sagrados como lugares de conexión genuina con lo divino.

El coraje de Jesús al confrontar estas prácticas corruptas demuestra su compromiso inquebrantable con la verdad y la justicia. Este acto no solo desafía a las autoridades religiosas de la época, sino que también nos recuerda la necesidad de constante vigilancia y reforma en nuestras propias prácticas religiosas y espirituales.

El hecho de que Jesús enseñe diariamente en el templo tras este incidente es una poderosa afirmación de su autoridad y su misión. A pesar de la oposición de los líderes religiosos y políticos, su enseñanza sigue atrayendo y cautivando a la multitud. Esto subraya la resonancia y la relevancia de su mensaje, que trasciende las estructuras de poder establecidas y toca directamente los corazones de las personas.

La reacción de los sumos sacerdotes y los escribas, quienes buscaban eliminar a Jesús, refleja el conflicto entre las viejas estructuras de poder y la nueva visión de fe y comunidad que él propone. La resistencia a su mensaje y la amenaza que representaba para el statu quo son un testimonio de la naturaleza disruptiva y transformadora de su enseñanza.

Este pasaje es especialmente relevante en el contexto contemporáneo, donde las instituciones religiosas y espirituales a menudo enfrentan el desafío de permanecer fieles a sus principios fundamentales en medio de presiones externas y tentaciones de corrupción. Nos recuerda la importancia de mantener la integridad y la autenticidad en nuestra vida de fe, asegurándonos de que nuestras acciones reflejen los valores y enseñanzas que profesamos.

La acción de Jesús en el templo nos llama a reflexionar sobre nuestro enfoque de la santidad, el culto y la justicia en nuestras comunidades. Nos desafía a actuar con valentía y convicción en defensa de los verdaderos principios de nuestra fe, y a ser conscientes de cómo nuestras acciones y prácticas impactan el mundo que nos rodea. En una sociedad llena de disyuntivas y retos éticos, la figura de Jesús en el templo se erige como un faro de claridad, llamándonos a vivir con integridad y autenticidad.




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