Lecturas del día 18 de noviembre de 2023
Primera Lectura
Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo , a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra”.
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: “Sean fecundo y multiplíquense, llenen la tierra y aométala; dominen a los peces del mar, a las aves que hay sobre la faz de la tierra”.
Y dijo Dios: “He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también se los doy por alimento las verdes plantas”. Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día.
Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos, y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había hecho. Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque ese día cesó de trabajar en la creación del universo.
Salmo Responsorial
R. Haz, Señor, que prosperen las obras de nuestras manos
Desde antes que surgieran las montañas
y la tierra y el mundo apareciesen,
Existes tú, Dios mío,
desde siempre y por siempre.
R. Haz, Señor, que prosperen las obras de nuestras manos
Tú haces volver al polvo a los humanos,
diciendo a los mortales que retornen.
Mil años para ti son como el día
que ya pasó, como una breve noche.
R. Haz, Señor, que prosperen las obras de nuestras manos
Haznos captar lo breve de la vida
y seremos sensatos.
¿Hasta cuándo, Señor, vas a tener
compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo?
R. Haz, Señor, que prosperen las obras de nuestras manos
Llénanos de tu amor por la mañana
y júbilo será la vida toda
Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos
puedan mirar tus obras y tu gloria.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Bendito sea el Señor día tras día, que nos lleve en sus alas y nos salve
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípúlos: “No se inquieten pensando: ¿Qupe comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios de desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que usteds tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas”.
Palabra de Dios, te alabamos Señor.
Reflexión
En las témporas, momentos especiales en el calendario litúrgico católico, nos reunimos para pedir la bendición de Dios sobre nuestras actividades y trabajos. Estos días se caracterizan por la oración intensa, el ayuno y la reflexión, buscando armonizar nuestras acciones cotidianas con la voluntad de Dios . En este contexto, el Evangelio de Mateo 6:31-34 resuena con un mensaje particularmente pertinente.
Mateo, uno de los cuatro evangelistas, nos presenta aquí una enseñanza fundamental de Jesús. En este pasaje, Cristo insta a sus seguidores a no preocuparse excesivamente por las necesidades materiales de la vida. “No os preocupéis, diciendo: ‘¿Qué comeremos?’, ‘¿Qué beberemos?’ o ‘¿Con qué nos vestiremos?'”, dice Jesús. Estas palabras reflejan una profunda comprensión de las inquietudes humanas. En su época, la vida estaba marcada por la incertidumbre y la lucha diaria por la supervivencia, una realidad no muy distante de la de muchos hoy.
Sin embargo, Jesús eleva la mirada de sus oyentes más allá de lo inmediato, invitándolos a confiar en la providencia del Padre celestial. “Porque vuestro Padre celestial sabe que necesitáis todas estas cosas”, afirma. Aquí, Jesús no solo reconoce nuestras necesidades básicas, sino que también nos asegura que Dios las conoce y cuida de nosotros.
El llamado a la confianza en Dios va acompañado de una exhortación a buscar “primero el reino de Dios y su justicia”. Esta frase encapsula una verdad teológica central: la primacía del espiritual sobre lo material. En la búsqueda del reino de Dios, encontramos la verdadera satisfacción de nuestras necesidades, tanto espirituales como materiales. La justicia de Dios, entendida como el orden divino y la rectitud moral, debe ser el principal objeto de nuestra búsqueda.
Finalmente, Jesús concluye con una reflexión sobre el tiempo y la preocupación: “No os preocupéis por el mañana; el mañana se preocupará de sí mismo. Basta a cada día su propio mal”. Esta sentencia no promueve la negligencia o la falta de planificación, sino que nos invita a vivir el presente con confianza y sin ansiedad excesiva. Cada día trae consigo sus propios retos, pero también la gracia y la ayuda de Dios para enfrentarlos.
Desde una perspectiva histórica, las palabras de Jesús en este pasaje han inspirado a generaciones a vivir con una confianza profunda en la providencia divina. Teológicamente, este texto nos recuerda la omnipotencia y la omnisciencia de Dios, quien conoce nuestras necesidades antes incluso de que las manifestemos. Nos invita a centrar nuestra vida en la búsqueda de lo eterno y verdadero, liberándonos de las preocupaciones excesivas por lo temporal y transitorio.
En la actualidad, estas enseñanzas continúan siendo relevantes. Hoy día donde muchas personas se consumen por la ansiedad y la acumulación de bienes materiales, el mensaje de Jesús nos llama a una mayor confianza en Dios y a una vida centrada en valores espirituales y eternos. En las témporas, al pedir la bendición sobre nuestro trabajo y nuestras actividades, este pasaje nos recuerda que, por encima de todo, debemos buscar el reino de Dios y su justicia, confiando en que todas nuestras necesidades serán satisfechas según su voluntad y sabiduría.
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