Lecturas del día 13 de noviembre de 2023
Primera lectura
y con sencillez de corazón búsquenlo.
El se deja hallar por los que no dudan de él
y se manifiesta a los que en él confían.
Los pensamientos perversos apartan de Dios,
y los insensatos, que quieren poner a prueba el poder divino,
quedan en ridículo.
La sabiduría no entra en un alma malvada,
ni habita en un cuerpo sometido al pecado.
El santo espíritu, que nos educa, y huye de la hipocresía,
se aleja de la insensatez
y es rechazado por la injusticia.
La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres,
pero no dejará sin castigo al que blasfema,
porque Dios conoce lo más íntimo del alma,
observa atentamente el corazón
y escucha cuanto dice la lengua.
El espíritu del Señor llena toda la tierra,
le da consistencia al universo
y sabe todo lo que el hombre dice.
Salmo Responsorial
Tú me conoces, Señor, profundamente:
tú conoces cuándo me siento o me levanto,
desde lejos sabes mis pensamientos,
tú observas mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
R. Condúceme, Señor, por tu camino.
Apenas la palabra está en mi boca
y ya, Señor, te la sabes completa.
Me envuelves por todas partes
y tienes puesta sobre mí tu mano.
Esta es una ciencia misteriosa para mí,
tan sublime, que no la alcanzo.
R. Condúceme, Señor, por tu camino.
¿A dónde iré yo lejos de ti?
¿Dónde escaparé de tu mirada?
Si subo hasta el cielo, allí estás tú;
si bajo al abismo, allí te encuentras.
R. Condúceme, Señor, por tu camino.
Si voy en alas de la aurora
o me alejo hasta el extremo del mar,
también allí tu mano me conduce
y tu diestra me sostiene.
R. Condúceme, Señor, por tu camino.
Aclamación antes del Evangelio
Iluminen al mundo con la luz del Evangelio
reflejada en su vida.
R. Aleluya.
Evangelio
Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo”.
Los apóstoles dijeron entonces al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les contestó: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería”.
Reflexión
Buscadlo con corazón entero
¡Cómo deseamos poseer la sabiduría, pero no cualquier sabiduría, sino la sabiduría de la vida, la que nos lleve a saciar el ansia de felicidad que anida en nuestro corazón! Y ahí tenemos en este pasaje del Libro de la Sabiduría unas cuantas indicaciones en este sentido: “amad la justicia”, “pensad correctamente del Señor”, tener confianza, razonamientos no retorcidos. Y también nos recuerda las actitudes que hay que rechazar: “no entra en alma de mala ley, ni habita en cuerpo deudor del pecado”, “rehúye la estratagema… se rinde ante el asalto de la maldad”.
Jesús, en esta misma línea, a lo largo de su predicación, nos señaló igualmente las actitudes que hemos de adoptar, que se pueden resumir en las bienaventuranzas y en el mandamiento del amor. Pero bien sabemos que lo de Jesús no es una moral, sino seguir a una persona, a su propia persona y sus actitudes. Él, su persona, es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida.
Auméntanos la fe
Tres son los temas que trata el evangelio de hoy: el escándalo, el perdón y la fe. Empieza por el escándalo. El que escandaliza es el que pone a alguien un obstáculo, una piedra en el camino del seguimiento de Jesús, para hacerle tropezar, para que deje esta senda. Apartar a alguien de Jesús y de su camino siempre es grave y hace mucho daño. Y para Jesús hay escándalos y escándalos. El más grave es el que se dirige a “uno de estos pequeños”… el mal que produce es mayor. Pocas palabras salen de la boca de Jesús tan duras como en las que condena este escándalo y muestra la suerte del que escandaliza: “Más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar”. La fe, la amistad con Jesús, es demasiado sublime para que alguien con sus escándalos intente apartarnos de ella.
En la misma línea, siempre para vivir el tesoro de la fe, de la amistad con Dios, Jesús pide que perdonemos al que nos ofende siete veces al día y siete veces se arrepiente. La razón la sabemos: porque eso es lo que hace nuestro Dios con nosotros. Esa suerte tenemos. No es extraño que después de lo oído a Jesús, los apóstoles le pidieran que les aumentase la fe.
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