octubre 23, 2023 in Evangelios

Lecturas del día 25 de octubre de 2023

Primera lectura

Rom 6, 12-18
Hermanos: No dejen que el pecado domine su cuerpo mortal y los obligue a seguir sus malas inclinaciones; no pongan sus miembros al servicio del pecado, como instrumentos de maldad. Por el contrario, pónganse al servicio de Dios, puesto que habiendo estado muertos, él les ha dado la vida; pongan también sus miembros a su servicio, como instrumentos de santidad. El pecado ya no volverá a dominarlos, pues no viven ustedes bajo el régimen de la ley, sino bajo el régimen de la gracia.

¿Podemos entonces pecar, puesto que ya no vivimos bajo el régimen de la ley, sino bajo el régimen de la gracia? De ningún modo. ¿Acaso no saben ustedes que al someterse a alguien para obedecerlo como esclavos, se hacen sus esclavos? Si ustedes son esclavos del pecado, es para su propia muerte; si son esclavos de la obediencia a Dios, es para su santificación.

Pero gracias a Dios, ustedes, aunque fueron esclavos del pecado, han obedecido de corazón las normas de la doctrina evangélica que se les han transmitido, y así, una vez libres del pecado, se han hecho esclavos de la santidad.

Salmo Responsorial

Salmo 123, 2-3. 4-6. 7-8
R. El Señor es nuestra ayuda.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
que lo diga Israel,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando los hombres nos asaltaban,
nos habría devorado vivos
el fuego de su cólera.
R. El Señor es nuestra ayuda.
Las aguas nos hubieran sepultado,
un torrente nos hubiera llegado al cuello,
un torrente de aguas encrespadas.
Bendito sea el Señor,
porque no permitió
que nos despedazaran con sus dientes.
R. El Señor es nuestra ayuda.
Nuestra vida se escapó como un pájaro
de la trampa de los cazadores.
La trampa se rompió
y nosotros escapamos.
La ayuda nos viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
R. El Señor es nuestra ayuda.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 24, 42. 44
R. Aleluya, aleluya.
Estén preparados, porque no saben
a qué hora va a venir el Hijo del hombre.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 12, 39-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”.

Entonces Pedro le preguntó a Jesús: “¿Dices esta parábola sólo por nosotros o por todos?”

El Señor le respondió: “Supongan que un administrador, puesto por su amo al frente de la servidumbre con el encargo de repartirles a su tiempo los alimentos, se porta con fidelidad y prudencia. Dichoso ese siervo, si el amo, a su llegada, lo encuentra cumpliendo con su deber. Yo les aseguro que lo pondrá al frente de todo lo que tiene.

Pero si ese siervo piensa: ‘Mi amo tardará en llegar’ y empieza a maltratar a los otros siervos y siervas, a comer, a beber y a embriagarse, el día menos pensado y a la hora más inesperada llegará su amo y lo castigará severamente y le hará correr la misma suerte de los desleales.

El siervo que, conociendo la voluntad de su amo, no haya preparado ni hecho lo que debía, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, haya hecho algo digno de castigo, recibirá pocos.

Al que mucho se le da, se le exigirá mucho; y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más.

Palabra de Dios, te alabamos Señor.

Reflexión

Reflexión sobre Lc 12, 39-48

En el pasaje del Evangelio de Lucas 12, 39-48, somos confrontados con una profunda parábola que Jesús brinda a sus discípulos. La historia habla sobre el dueño de una casa y su siervo, exponiendo la importancia de la preparación y la responsabilidad.

Históricamente, en tiempos de Jesús, las relaciones maestro-sirviente eran comunes y estructuraban gran parte de la vida cotidiana y económica de la sociedad. Los sirvientes o esclavos estaban a cargo de muchos aspectos de la vida diaria, y su lealtad y competencia eran vitales para el bienestar de la familia y las propiedades que servían. Aunque esta parábola tiene un contexto específico, su mensaje trasciende el tiempo y las circunstancias.

El dueño de la casa puede ser visto como una representación de Dios, mientras que los siervos simbolizan a la humanidad. La “venida” del maestro representa el retorno inesperado del Señor al final de los tiempos. Esta interpretación nos recuerda la esencia del mensaje cristiano: la necesidad de estar siempre listos, viviendo una vida virtuosa y conforme a la voluntad de Dios. La venida sorpresa del dueño, entonces, no es solo una simple anécdota, sino una advertencia sobre la inevitabilidad y la incertidumbre del juicio final.

Por otro lado, desde una dimensión espiritual, el pasaje nos invita a la introspección y a la autocrítica. ¿Estamos realmente viviendo de manera que estemos listos para el encuentro con el Señor? ¿Nuestras acciones diarias reflejan nuestra fe y nuestra devoción a Dios? La narrativa nos alienta a no caer en la complacencia, a no dejar que la rutina y la monotonía de la vida nos distraigan de nuestro verdadero propósito.

Uno de los aspectos más conmovedores de este pasaje es la responsabilidad que se le otorga al siervo a quien se le ha confiado mucho. La frase “A quien mucho se le ha dado, mucho se le demandará” resuena profundamente, recordándonos que con grandes dones vienen grandes responsabilidades. Aquellos que han sido bendecidos con conocimientos, riquezas, habilidades o cualquier otro don, tienen el deber moral y espiritual de usarlos para el bien de otros y para la gloria de Dios. Es una invitación a reconocer nuestras propias bendiciones y a ser agentes activos en el mundo, promoviendo el amor, la justicia y la misericordia.

Por otro lado, el castigo que recibe el siervo que sabe la voluntad de su señor y no actúa en consecuencia es más severo que el que no la sabe. Esto nos lleva a pensar sobre la gravedad del conocimiento. Conocer la verdad y actuar en contra de ella es más condenable que actuar en ignorancia. Esto nos recuerda la importancia de educarnos en la fe, de buscar la verdad y, una vez encontrada, de vivir de acuerdo con ella.

El texto evangélico nos reta a mantenernos despiertos, a no dormirnos en nuestros laureles espirituales, a no dar por sentado nuestra relación con Dios. Nos insta a ser diligentes, a estar siempre atentos, a ser fieles administradores de los dones que se nos han confiado.

En resumen, el pasaje de Lucas es un recordatorio vívido y apremiante de la responsabilidad que todos llevamos en nuestra relación con Dios y los demás. Nos motiva a estar siempre preparados, a vivir con propósito y con conciencia de la gracia y la responsabilidad que se nos ha otorgado. En su esencia, es un llamado a la acción, a vivir cada día como si fuera el último, con amor, devoción y rectitud.




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