octubre 16, 2023 in Evangelios

Lecturas del día 21 de octubre de 2023

Primera lectura

Rom 4, 13. 16-18

Hermanos: La promesa que Dios hizo a Abraham y a sus descendientes, de que ellos heredarían el mundo, no dependía de la observancia de la ley, sino de la justificación obtenida mediante la fe.

En esta forma, por medio de la fe, que es gratuita, queda asegurada la promesa para todos sus descendientes, no sólo para aquellos que cumplen la ley, sino también para todos los que tienen la fe de Abraham. Entonces, él es padre de todos nosotros, como dice la Escritura: Te he constituido padre de todos los pueblos.

Así pues, Abraham es nuestro padre delante de aquel Dios en quien creyó y que da la vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que todavía no existen. Él, esperando contra toda esperanza, creyó que habría de ser padre de muchos pueblos, conforme a lo que Dios le había prometido: Así de numerosa será tu descendencia.

Salmo Responsorial

Salmo 104, 6-7. 8-9. 42-43
R. El Señor nunca olvida sus promesas.
Descendientes de Abraham, su servidor,
estirpe de Jacob, su predilecto,
escuchen: el Señor es nuestro Dios
y gobiernan la tierra sus decretos.
R. El Señor nunca olvida sus promesas.
Ni aunque transcurran mil generaciones,
se olvidará el Señor de sus promesas,
de la alianza pactada con Abraham,
del juramento a Isaac, que un día le hiciera.
R. El Señor nunca olvida sus promesas.
Se acordó de la palabra sagrada
que había dado a su siervo, Abraham,
y sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con gritos de triunfo.
R. El Señor nunca olvida sus promesas.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 26. 27
R. Aleluya, aleluya.
El Espíritu de verdad dará testimonio de mí, dice el Señor,
y también ustedes serán mis testigos.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 12, 8-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que a todo aquel que me reconozca abiertamente ante los hombres, lo reconocerá abiertamente el Hijo del hombre ante los ángeles de Dios; pero a aquel que me niegue ante los hombres, yo lo negaré ante los ángeles de Dios.

A todo aquel que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero a aquel que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

Cuando los lleven a las sinagogas y ante los jueces y autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que convenga decir”.

Palabra de Dios, te alabamos Señor.

Reflexión

La lectura de la Carta a los Romanos 4, 13. 16-18  nos sitúa en el corazón de la promesa divina, extendida a Abraham y sus descendientes no por méritos legales, sino por la fe. Aquí se resalta la importancia de la fe como puente hacia la justicia divina y como garantía de la promesa de Dios. La fe de Abraham, que creyó “esperando contra toda esperanza”, se presenta como un modelo para todos, mostrando que la fe genuina va más allá de la observancia legal y se arraiga en una confianza profunda en las promesas de Dios, incluso frente a la adversidad o la incertidumbre.

El Salmo 104 nos remite a la fidelidad inquebrantable de Dios hacia sus promesas. A través de generaciones, la palabra de Dios permanece inmutable y su alianza con Abraham se mantiene. Este Salmo es un canto de reconocimiento hacia la eternidad y la fidelidad de las promesas divinas. Nos invita a confiar en la palabra de Dios, a recordar la historia de salvación y a celebrar la alegría de ser parte de esta alianza divina.

En el  Evangelio según Lucas 12, 8-12, se entretejen múltiples dimensiones del mensaje de Jesús.

En el contexto histórico, el pasaje donde Jesús menciona: “Yo les aseguro que a todo aquel que me reconozca abiertamente ante los hombres, lo reconocerá abiertamente el Hijo del hombre ante los ángeles de Dios; pero a aquel que me niegue ante los hombres, yo lo negaré ante los ángeles de Dios,” se proyecta en una época donde el reconocimiento o negación de su condición de mesías podía conllevar serias implicancias sociales y religiosas.

Esta afirmación de Jesús refleja la importancia y las consecuencias de reconocerlo públicamente en un ambiente donde tal reconocimiento podía ser peligroso. Los seguidores del maestro, al asumir esta posición, estaban expuestos a persecuciones y rechazos por parte de la sociedad y las autoridades religiosas. Este era un tiempo de tensiones religiosas y políticas, y la afirmación pública de la naturaleza mesiánica  de Jesús podía ser vista como una amenaza o desafío al orden establecido.

Teológicamente, el evangelio enfatiza la relevancia del reconocimiento público de Jesús como manifestación de fe y como canal de mediación entre la humanidad y lo divino. La declaración sobre el perdón y la blasfemia resalta la seriedad de rechazar la acción redentora de Dios manifestada en él y en la acción divina.

Espiritualmente, la lectura del evangelio de Lucas invita a una confianza profunda en la guía divina, especialmente en momentos de adversidad o desafío. La promesa de asistencia y enseñanza a los discípulos en momentos de necesidad resalta la invitación a abrirse a la acción e inspiración divina, confiando en que Dios proveerá las palabras y la sabiduría necesaria en cada situación.

Este Evangelio nos desafía a vivir una fe auténtica y valiente, a reconocer a Jesús en nuestra vida diaria y a confiar en la acción del Espíritu Santo, especialmente en los momentos de prueba y desafío. También nos recuerda la gracia y la responsabilidad que conlleva ser testigos de la fe, y la promesa de la presencia y asistencia divina en nuestra jornada de fe.




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