Lecturas del día 14 de octubre de 2023
Primera lectura
allí me sentaré a juzgar a las naciones vecinas.
Empuñen las hoces, porque ya la mies está madura;
vengan a pisar las uvas, porque ya está lleno el lagar,
ya las cubas están rebosantes de sus maldades.
Multitudes y multitudes se reúnen en el valle del juicio,
porque está cerca el día del Señor.
El sol y la luna se oscurecen,
las estrellas retiran su resplandor.
El Señor ruge desde Sión,
desde Jerusalén levanta su voz;
tiemblan los cielos y la tierra.
Pero el Señor protege a su pueblo,
auxilia a los hijos de Israel.
Entonces sabrán que yo soy el Señor, su Dios,
que habito en Sión, mi monte santo.
Jerusalén será santa
y ya no pasarán por ella los extranjeros.
Aquel día los montes destilarán vino
y de las colinas manará leche.
Los ríos de Judá irán llenos de agua
y brotará un manantial del templo del Señor,
que regará el valle de las Acacias.
Egipto se volverá un desierto
y Edom una árida estepa,
porque oprimieron a los hijos de Judá
y derramaron sangre inocente en su país.
En cambio, Judá estará habitada para siempre,
y Jerusalén, por todos los siglos.
Vengaré su sangre, no quedarán impunes los que la derramaron,
y yo, el Señor, habitaré en Sión”.
Salmo Responsorial
Reina el Señor, alégrese la tierra,
cante de regocijo el mundo entero.
Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor,
que se asienta en la justicia y el derecho.
R. Alegrémonos todos con el Señor.
Los montes se derriten como cera
ante el Señor de toda la tierra.
Los cielos pregonan su justicia,
su inmensa gloria ven todos los pueblos.
R. Alegrémonos todos con el Señor.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, con el Señor,
y bendigan su santo nombre.
R. Alegrémonos todos con el Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Dichosos los que escuchan la palabra de Dios
y la ponen en práctica, dice el Señor.
R. Aleluya.
Evangelio
Reflexión
“El señor protege a su pueblo”
Dicen los que saben que Joel significa “Yahvé es Dios”. Su profecía, recogida en el libro que lleva su nombre, tiene una fuerza que parece propia de Dios. Es anuncio de calamidades fuertes para “las naciones vecinas”, mientras que “El Señor protege a su pueblo, auxilia a los hijos de Israel”: habita en el monte santo de los judíos, en Sion, la fortaleza de Jerusalén. Cuando las calamidades aplastan a los pueblos vecinos, los judíos disfrutan de prosperidad.
Es una catequesis que nos parecerá a nosotros simplista, porque calamidades y prosperidad están repartidas entre todos los pueblos, y todos, son pueblo de Dios. La historia debería ser el ámbito del progreso de la verdad sobre Dios y el ser humano; avance hacia la unión de todos los pueblos, y superar la idea de que unos son pueblos de Dios, protegidos por Él y otros “abandonados de la mano de Dios”. Y nuestra oración y esfuerzo ha de ser para que Dios proteja a todos sus hijos. ¿Somos conscientes de que todo ser humano es hijo de Dios?
“Alegraos justos, con el Señor”
Este es el estribillo del salmo. El encargado de la liturgia ha prescindido de estrofas en la que no se prometía nada bueno para los no justos. Seamos positivos, y alegrémonos, por que el Señor cuida de nosotros, como de los justos.
TEXTO EVANGÉLICO Lc 11,27-28
“Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”
Podíamos esperar una palabra de Jesús que agradeciera el piropo que le hacen a través de su madre. Algo que pertenece hoy también a nuestra manera de expresarnos. Pero Jesús deriva la dicha del “vientre que le llevó” a los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”.
San Agustín comentando este episodio, dice que María fue la primera que escuchó la palabra de Dios y la puso en práctica. Y así, es madre de Jesús, antes de su maternidad biológica. Y apunta que esa maternidad que surge de acoger la palabra de Dios y obrar de acuerdo con ella, no solo es primero, sino más importante que la maternidad biológica.
Jesús lo que hace es señalar la virtud básica de su madre. Haber escuchado la palabra de Dios y acomodar a ella su vida. María, pues, es nuestro modelo de estar atento a lo que Dios quiere de nosotros y de ponerlo en práctica.
Aunque, como fue su caso, lo que se nos pide nos parezca imposible. Para Dios nada es imposible. Y Dios no solo nos dice lo que hemos de hacer, sino que nos da fuerzas para llevarlo a la práctica. Todos hemos de tener oídos abiertos a esa Palabra divina y decir “fiat”, hágase en mí, según tu voluntad.
¿Nos atrevemos con ello? Que no se nos olvide que solos no lo conseguiremos; con la ayuda de Dios, a través de las diversas mediaciones: oración, sacramentos, las mismas personas… que nos estimulan, sí.
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