Lecturas del día 13 de octubre de 2023
Primera Lectura
Hagan penitencia y lloren, sacerdotes;
giman, ministros del altar;
vengan, acuéstense en el suelo vestidos de sayal,
ministros de mi Dios,
porque el templo del Señor
se ha quedado sin ofrendas y sacrificios.
Promulguen un ayuno,
convoquen la asamblea,
reúnan a los ancianos
y a todos los habitantes del país
en el templo del Señor, nuestro Dios,
y clamen al Señor:
“¡Ay de nosotros en aquel día!”
Porque ya está cerca el día del Señor,
y llegará como el azote del Dios todopoderoso.
Toquen la trompeta en Sión,
den la alarma en mi monte santo;
que tiemblen los habitantes del país,
porque ya viene, ya está cerca el día del Señor.
Es un día de oscuridad y de tinieblas,
día de nubes y de tormenta;
como la aurora se va extendiendo sobre todos los montes,
así se extenderá el poderoso ejército que viene:
nunca hubo uno como él
ni habrá otro igual a él por muchas generaciones.
Salmo Responsorial
R. (9a) El Señor juzga al mundo con justicia.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón
y proclamaré todas tus maravillas;
me alegro y me regocijo contigo
y toco en tu honor, Altísimo.
R. El Señor juzga al mundo con justicia.
Reprendiste a los pueblos, destruiste al malvado
y borraste para siempre su recuerdo.
Los pueblos se han hundido en la tumba que hicieron,
su pie quedó atrapado en la red que escondieron.
R. El Señor juzga al mundo con justicia.
El Señor reina eternamente,
tiene establecido un tribunal para juzgar;
juzga al orbe con justicia
y rige a las naciones con rectitud.
R. El Señor juzga al mundo con justicia.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo.
Cuando yo sea levantado de la tierra,
atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, cuando Jesús expulsó a un demonio, algunos dijeron: “Éste expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.
Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: ‘’Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Satanás. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios por el poder de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo, y al no hallarlo, dice: ‘Volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar, la encuentra barrida y arreglada. Entonces va por otros siete espíritus peores que él y vienen a instalarse allí, y así la situación final de aquel hombre resulta peor que la de antes”.
Palabra de Dios, te alabamos Señor.
Reflexión
“No descuides las cosas de Dios”
Este texto del Profeta Joel nos puede parecer terrible, muy duro. Vemos a un Dios implacable, desatando toda su ira ¿Por qué? Porque en el Templo faltan ofrendas y libaciones, es decir: se han descuidado sus cosas, su adoración.
Tenemos que tener en cuenta la época en la que escribe el profeta y el lenguaje directo y amenazante era moneda corriente. Joel advierte al pueblo de que no se puede relajar en lo que atañe al Señor, no se puede dar la espalda a Dios.
En el Antiguo Testamento la forma principal del culto divino se realizaba en el Templo de Jerusalén por parte de los sacerdotes en nombre del pueblo, por eso era tan importante que cumpliesen con su deber. El profeta advierte que la relajación en este tema atrae la ira de Dios.
Con frecuencia hoy nos olvidamos de “las ofrendas y las libaciones”, flojeamos en la oración, descuidamos la caridad, no frecuentamos los Sacramentos todo lo que deberíamos, andamos demasiado entretenidos en otras cosas y nos olvidamos de Dios.
El Dios del Nuevo Testamento es Padre ante todo, y perdona los errores de sus hijos, pero no olvidemos que es infinitamente justo. Como hijos estamos obligados por el amor a Nuestro Padre del Cielo a “atender sus cosas” como dijo Jesús a María siendo un niño en el pasaje de su pérdida en el templo. No podemos abandonarnos a la comodidad y la rutina. Tenemos que estar pendientes de las cosas del alma.
“Con Cristo, siempre con Cristo”
Una vez más asistimos a un debate entre Jesús y los judíos que intentan “pillarle” y rebatirle sus enseñanzas y sus obras. En esta ocasión se enfrentan a Él por la sanación de un poseído.
En el transcurso de la discusión, y tratando el tema de quién da el poder a Cristo contra los malos espíritus, Jesús lanzará la conocida frase de… “el que no está conmigo está contra mi” en el contexto de que quien no se guarda del mal y abandona su casa y sus bienes ante el enemigo que acecha mucho tiene que perder.
Nuestra fuerza, nuestras armas contra los enemigos del alma, es el mismo Cristo Resucitado. Si estamos de su lado, junto a Él, nada debemos temer. A través del Espíritu Santo recibimos la Gracia que cuida y protege.
Con Jesús estamos a salvo del mal que acecha, porque no debemos olvidar que el maligno no descansa y nosotros debemos estar alerta. Lo he dicho muchas veces: oración, lectura de las Escrituras, práctica de la piedad y Eucaristía son las claves de nuestra vida, los pilares de nuestra casa, el sustento del alma del cristiano. Y estar con Jesús y no contra Él nos lleva por la senda de la Salvación.
La elección es muy sencilla: o recoger con Cristo o desparramar sin Él. No valen las medias tintas, en esto debemos ser radicales, como Cristo lo fue con nosotros hasta la muerte, hasta el supremo sacrificio por amor al mundo en el madero de la Cruz.
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