El Papa Francisco no dice: Como María, cuando nos inclinamos, es cuando subimos
Paolo Ondarza – Ciudad del Vaticano
Jesús y María, dos vidas que vencen a la muerte y resucitan, recorren el mismo camino: ascienden a lo alto, glorificando a Dios y sirviendo a los hermanos. Alabanza y servicio son los dos aspectos que destacó el Santo Padre Francisco a la hora del Ángelus desde la ventana de su estudio frente a la Plaza de San Pedro, en la solemnidad de la Asunción.
Así como el Hijo sube hacia Jerusalén para entregarse en la cruz, dijo, así la Virgen a la que hoy contemplamos en su ascensión en cuerpo y alma a la gloria del Cielo, “sube hacia una región montañosa para ayudar a su prima Isabel”.
Voluntariado: amor que eleva la vida
“Cuando nos abajamos para servir a los hermanos – observó el Papa – es cuando subimos: es el amor que eleva la vida”. El servicio no es un camino fácil: “La Virgen, que acaba de concebir, recorre casi 150 kilómetros para llegar a casa de Isabel”. El Obispo de Roma añadió:
Pensemos, por ejemplo, en los kilómetros que tantas personas recorren cada día para ir y volver del trabajo y realizar muchas tareas en favor del prójimo; pensemos en los sacrificios de tiempo y de sueño para cuidar a un recién nacido o a un anciano; y en el compromiso de servir a los que no tienen nada que devolver, tanto en la Iglesia como en el voluntariado. Es fatigoso, pero es subir hacia lo alto, ¡es ganar el Cielo!
Servicio y alabanza
Sin embargo, el servicio sin alabanza a Dios corre el riesgo de ser estéril. “Las personas aburridas que viven de la cháchara son incapaces de alabar”, señaló el Pontífice. María cuando entra en casa de su prima alaba al Señor. “Quien ama a Dios conoce la alabanza. Y el Evangelio de hoy nos muestra una cascada de alabanzas: el Niño salta de alegría en el seno de Isabel”.
Como María
Además, el Papa Francisco pidió a cada uno que afronte las dimensiones del servicio y de la alabanza:
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