Fe y Servicio: La Misión de los seguidores de San Ignacio
En la esencia del cristianismo, encontramos la enseñanza de Jesús: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Desde 1540, la Compañía de Jesús, establecida por San Ignacio de Loyola, ha adoptado este mandato con fervor, haciendo de la fe y el servicio los pilares fundamentales de su labor.
Estos discípulos de Ignacio han desarrollado un marco singular, la espiritualidad ignaciana, que enfatiza la búsqueda de Dios en todas las cosas. Esto no solo implica un compromiso íntimo con la oración y la reflexión, sino también un llamado a actuar, a vivir la fe a través del servicio al prójimo.
Durante siglos, la Compañía de Jesús ha respondido a este llamado con dedicación. Han trabajado en el campo de la educación, estableciendo escuelas, colegios y universidades en todo el mundo. Han promovido la justicia social, defendiendo los derechos de los más vulnerables. Y han servido en la vanguardia de la labor misionera, llevando el mensaje del Evangelio a los rincones más remotos de la tierra.
El compromiso con el servicio está arraigado en su entendimiento de la fe. Los jesuitas creen que una fe auténtica nunca puede ser pasiva. Siguiendo las enseñanzas de San Ignacio, la fe debe “manifestarse en obras”. Esto significa que la fe genuina lleva al amor activo, un amor que se demuestra a través del servicio.
Además, son conocidos por su disposición al diálogo con las diferentes culturas y religiones. En lugar de imponer su visión del mundo, buscan comprender y aprender de los demás, construyendo puentes de entendimiento y cooperación alrededor del mundo entero.
La fe y el servicio son, por tanto, dos caras de la misma moneda para los seguidores de San Ignacio. En un mundo marcado por la división y el sufrimiento, la misión de fe y servicio de la Compañía de Jesús sigue siendo un faro de esperanza y un modelo inspirador de cómo vivir el Evangelio.
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