El Papa Francisco no dice: “Sembrar el Evangelio en la cotidianidad, los frutos llegarán”
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
En su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, desde la Plaza de San Pedro, el Papa, hablando de la parábola del sembrador, dijo que la imagen de la “siembra” con la que Jesús describe el don de su Palabra, es muy hermosa.
“Imaginemos una semilla: es pequeña, casi no se ve, pero hace crecer plantas que dan frutos. La Palabra de Dios es así; pensemos en el Evangelio, un pequeño libro, sencillo y al alcance de todos, que produce vida nueva en quien lo acoge”.
Cada uno puede recibir o no la semilla del Evangelio
Y si la Palabra es la semilla, dijo Francisco, nosotros somos el terreno: podemos recibirla o no. “Jesús, “buen sembrador”, no se cansa de sembrarla con generosidad. Conoce nuestro terreno, sabe que las piedras de nuestra inconstancia y las espinas de nuestros vicios (cfr vv. 21-22) pueden sofocar la Palabra, y sin embargo siempre espera que nosotros podamos dar fruto abundante”.
El Pontífice nos aconseja, que, así como el Señor no se cansa de sembrar, tampoco nosotros. Estamos llamados a sembrar sin cansarnos.
Ejemplos de quienes van sembrando en la vida
El Santo Padre cita algunos ejemplos de quienes van sembrando en su vida:
“En primer lugar los padres: ellos siembran el bien y la fe en los hijos, y están llamados a hacer sin desanimarse si a veces estos parecen no entenderlos y no apreciar sus enseñanzas, o si la mentalidad del mundo “rema en contra”. La semilla buena se queda, esto es lo que cuenta, y echará raíces en el momento adecuado”.
Y aconseja, que nosotros padres de familia, no debemos ceder a la “desconfianza”, no debemos renunciar a sembrar y dejar “a los hijos a merced de las modas y del móvil, sin dedicarles tiempo, sin educarles, entonces el terreno fértil se llenará de malas hierbas”, dijo.
También los jóvenes pueden sembrar
El Santo Padre dijo que también los jóvenes pueden sembrar el Evangelio en los surcos de la vida cotidiana.
“Por ejemplo, con la oración: es una pequeña semilla que no se ve, pero con la cual se encomienda a Jesús todo lo que se vive, y así Él puede hacerlo madurar. Pero pienso también en el tiempo para dedicar a los otros, a quien lo necesita más: puede parecer perdido, sin embargo, es tiempo santo, mientras las satisfacciones aparentes del consumismo y del hedonismo dejan manos vacías”.
También mientras los chicos estudian, que es cansado y no es inmediatamente satisfactorio, como cuando se siembra, dijo Francisco, pero es esencial para construir un futuro mejor para todos.
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