Lecturas del día 30 de Junio de 2023
Primera Lectura
Cuando Abram tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo: “Yo soy el Dios todopoderoso. Camina en mi presencia y séme fiel. Cumple mi alianza tú y tu posteridad, de generación en generación. La alianza que hago contigo y tus descendientes, y que tienen que cumplir, consiste en que todos sus hijos varones serán circuncidados”.
Saray, tu esposa, ya no se llamará Saray, sino Sara. La bendeciré y ella te dará un hijo, y yo lo bendeciré; de él nacerán pueblos y reyes de naciones’’.
Abraham se postró en tierra y se puso a reír, diciendo en su interior: “¿Podrá un hombre de cien años tener un hijo, y Sara, a sus noventa, podrá dar a luz?”
Entonces Abraham le dijo a Dios: “Me conformo con que le conserves la vida a Ismael”. Dios le respondió: “Sara, tu esposa, te dará un hijo y le pondrás por nombre Isaac. Con él y con sus descendientes estableceré mi alianza, una alianza perpetua.
En cuanto a Ismael, también te he escuchado. Lo bendeciré, lo engrandeceré y haré que su descendencia sea muy numerosa; engendrará doce príncipes y será padre de un gran pueblo. Pero mi alianza la estableceré con Isaac, el que Sara te dará a luz el año que viene, por estas fechas’’.
Y cuando Dios terminó de hablar con Abraham, se retiró.
Salmo Responsorial
R. (4) Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos;
comerá del fruto de su trabajo,
será dichoso, le irá bien.
R. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Su mujer, como vid fecunda,
en medio de su casa;
sus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de su mesa.
R. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor:
“Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida”.
R. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Cristo hizo suyas nuestras debilidades
y cargó con nuestros dolores.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, cuando Jesús bajó de la montaña, lo iba siguiendo una gran multitud. De pronto se le acercó un leproso, se postró ante él y le dijo: “Señor, si quieres, puedes curarme”. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciéndole: “Sí quiero, queda curado”.
Inmediatamente quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: “No le vayas a contar esto a nadie. Pero ve ahora a presentarte al sacerdote y lleva la ofrenda prescrita por Moisés para probar tu curación”.
Palabra de Dios, te alabamos Señor
Reflexión
Los planes de Dios
La figura de Abrahán aparece como la de un hombre, al que Dios atrajo a sí y luego lo probó con miras a hacer de él el padre de un pueblo innumerable.
La vida entera de Abrahán se desenvuelve bajo el signo de la libre iniciativa de Dios. Dios interviene, lo escoge a él de entre una familia que servía a otros dioses, le hace salir de donde vivía y lo conduce por sus caminos a un país desconocido.
Desde el principio Dios manifiesta para con Abrahán una gran generosidad. Sus promesas delinean un porvenir maravilloso, lo colmará, lo hará extremadamente fecundo, pero las circunstancias parecen adversas a estas perspectivas.
Abrahán es un nómada, Sara, su mujer ya no está en edad de tener hijos. Así resalta mejor la gratuidad de las promesas divinas, el porvenir de Abrahán depende completamente del poder y la bondad de Dios. Todo lo que se le pide es una fe atenta, una acogida sin reticencia otorgada al designio de Dios.
Todo varón entre vosotros será circuncidado, circuncidaréis vuestra carne en señal de alianza contraída entre mí y vosotros, así tú como tu descendencia después de ti.
Los planes de Dios se pudieron realizar, porque Abrahán se fió de Él, escuchó su voz y siguió sus directrices.
Su vida queda realmente reflejada en el salmo de hoy: “Esta es la bendición del hombre que teme al Señor”. Expresa el deseo de que Dios bendiga a quienes le temen. La bendición alcanza las realidades de la vida concreta: el fruto del trabajo, la familia numerosa, la vida pacífica en una ciudad próspera.
Los padres de la Iglesia han considerado a la Iglesia como una madre fecunda en hijos a quienes alimenta en la mesa de la Eucaristía.
Señor, si quieres, puedes limpiarme
Esta parte del Evangelio de San Mateo está especialmente dedicada a instruir a los Doce Apóstoles, pues ellos son los que tienen que predicar y proclamar el Reino de Dios. Nos enseña a descubrir la importancia de la actividad misionera en la Iglesia. Para un cristiano es fundamental querer comunicar a los hombres lo que ha transformado su vida; la fe en Jesucristo.
San Mateo presenta 10 milagros repartidos en 3 ciclos. Son las obras del Mesías. Entremezcla con ellos, enseñanzas, pequeños resúmenes de la actividad de Jesús y las primeras discusiones con los jefes de Israel.
Este apartado contiene el relato de la elección de “los Doce” y recoge las enseñanzas que Jesús les da.
Las obras del Mesías, sus milagros, revelan quién es y descubren la misión que viene a cumplir: establecer entre los hombres el Reino de los Cielos.
La intención del evangelista, al relatar estos milagros, sigue siendo enseñar quién es Jesús. El Mesías es poderoso hasta el punto de hacer milagros. La soberana autoridad del Maestro se extiende sobre la ley, la enfermedad y la muerte; el mar y los endemoniados. Nada ni nadie resiste la majestad de Cristo.
Otro detalle de la enseñanza de Mateo, es la estrecha relación que señala entre la fe y el milagro. La fe es una condición para que Jesús haga el milagro. Jesús ve en el leproso, quien no duda de la posibilidad de ser curado.
Esta condición que pone Jesús es un humilde acto de confianza en su persona. Supone renunciar a apoyarse en sus propias fuerzas; abandonarse a Jesús, en cuya palabra el enfermo cree. Y en último término, en la bondad y en el poder de Dios cuyo Reino Jesús hace presente.
Ve a presentarte al sacerdote. ¿De qué va a ser testigo este hombre curado del mal que le apartaba de la comunidad de Israel y le obligaba a vivir solo? Del poder de Jesús que libera de la enfermedad y también de su respeto a la ley. Debe constar ante los responsables del pueblo.
¿A quién o a qué he dado mi confianza?
¿En quién o en qué me apoyo?
¿Creo que el único que salva es Jesucristo?
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