junio 26, 2023 in Evangelios

Lecturas del día 27 de junio de 2023

Primera lectura

Gn 13, 2. 5-18
Abram era muy rico en ganado, plata y oro. También Lot, que acompañaba a Abram, poseía ovejas, vacas y tiendas. La tierra no era suficiente para los dos y ya no podían vivir juntos, porque sus rebaños habían aumentado mucho. Hubo pleitos entre los pastores de Abram y los de Lot. (Además, los cananeos y los perezeos habitaban por entonces en el país).

Entonces Abram le dijo a Lot: “Que no haya pleitos entre tú y yo ni entre nuestros pastores, pues tú y yo somos hermanos. Tienes todo el país por delante. Sepárate de mí. Si te vas por la izquierda, yo me iré por la derecha; y si tú tomas la derecha, yo tomaré la izquierda”.

Lot levantó los ojos y vio que todo el valle del Jordán, hasta llegar a Soar, era de regadío (esto sucedía antes de que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra); era como el paraíso o como la región fértil de Egipto. Entonces Lot escogió todo el valle del Jordán y se trasladó al oriente, y así se apartaron el uno del otro. Abram se estableció en Canaán, y Lot en las ciudades del valle, donde plantó sus tiendas hasta Sodoma. Los habitantes de Sodoma eran malvados y pecaban gravemente contra el Señor.

Después de que Lot se separó, el Señor le dijo a Abram: “Alza tus ojos y, desde el lugar en donde estás, mira hacia el norte y el sur, hacia el oriente y el poniente. Pues bien, toda la tierra que ves te la voy a dar a ti y a tus descendientes para siempre. Voy a hacer a tu descendencia tan numerosa como el polvo de la tierra: el que pueda contar el polvo de la tierra, podrá contar a tus descendientes. Anda, recorre el país a lo largo y a lo ancho, porque te lo voy a dar a ti”.

Y Abram fue a plantar sus tiendas en el encinar de Mambré, en Hebrón y construyó ahí un altar al Señor.

Salmo Responsorial

Salmo 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5
R. (1b) ¿Quien será grato a tus ojos, Señor?
El hombre que procede honradamente
y obra con justicia;
el que es sincero en todas sus palabras
y con su lengua a nadie desprestigia.
R. ¿Quien será grato a tus ojos, Señor?
Quien no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino;
quien no ve con aprecio a los malvados,
pero honra a quienes temen al Altísimo.
R. ¿Quien será grato a tus ojos, Señor?
Quien presta sin usura
y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes,
ése será agradable
a los ojos de Dios eternamente.
R. ¿Quien será grato a tus ojos, Señor?

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 12
R. Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen.

Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas.

Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!”

Palabra de Dios, te alabamos Señor.

Reflexión

Toda la tierra que ves te la daré a ti y a tus descendientes

En la primera lectura de hoy, vemos cómo Dios hace una promesa a Abran: “Te daré esta tierra para siempre”. Sin embargo, Abran no recibe esta promesa por todas las riquezas que posee, sino porque prefirió alejarse de su hermano, marchar a otra tierra antes de vivir en discordia y violencia. Vemos que lo que hace rico al hombre delante de Dios, no son las posesiones materiales, todo lo que pueda hacer bien, sus méritos o sus esfuerzos, es la actitud del corazón lo que hace que Abran reciba esta promesa de parte de Dios, la capacidad del desprendimiento de los bienes propios en favor del otro, Abran fue capaz de dejar su tierra, su terreno, lo conocido y seguro, en favor de la paz con su hermano Lot.

Lo vemos también en el salmo: “Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda? El que procede honradamente, el que tiene intenciones leales. La honradez y la lealtad son dos actitudes fundamentales para el cristiano. En una sociedad tantas veces marcada por la división y la lucha de poderes, donde se valoran más las apariencias que la sencillez y transparencia del corazón, ahí es donde los cristianos debemos permanecer, dar testimonio y confiar en la promesa de Dios, que nos ha prometido una tierra nueva, una ciudad que no tiene fin: el Cielo. “Te daré esta tierra para siempre” Dijo Dios a Abrán, y nos lo dice hoy también a nosotros. ¿Cómo vivir tristes y desanimados cuando el Señor nos ha hecho la promesa de una vida eterna? Vivir desprendidos, haciendo buen uso de los bienes en favor de los más necesitados, con la sencillez de corazón, fruto de una esperanza viva en Cristo, esto es lo que hace feliz al cristiano, como dice el salmo “El que así obra, nunca fallará”.

No deis lo santo a los perros

En el Evangelio de hoy, Jesús nos habla del trato y la relación con los demás, de una puerta estrecha y de un camino que conduce a la vida.

“No deis lo santo a los perros”. Perecen duras estas palabras, pero con ello, Jesús advierte a sus discípulos para que no desperdicien lo bueno, lo valioso, en cosas que no tienen fruto. muchas veces perdemos la paz porque intentamos dar una imagen de nosotros ante los demás, para ser aceptados y amados. Y se nos va la vida en ello, las apariencias, la superficialidad, el hacer “lo que todo el mundo hace” para no desentonar…esto sólo conduce al cansancio y al vacío interior. Nunca es suficiente porque siempre necesitamos el cariño y la aceptación de los que nos rodean. ¿Qué es lo santo que hay en nosotros? Lo que Dios ha puesto en nuestro corazón, los dones que nos ha regalado, Dios ha puesto dentro de nosotros un anhelo profundo de vida eterna y plenitud, nos ha dado como dones la alegría, la libertad, la entrega, la generosidad…cuando empleamos todo esto en lo que realmente vale la pena, es decir, cuando nuestros dones no los usamos egoístamente para nosotros mismos, si no que somos capaces de darnos a los demás en todo lo que hacemos, sin reservas, sin doblez de corazón, y sin intereses, experimentamos que éste es el camino que conduce a la vida.

Cristo también dice que “muy pocos dan con este camino”, y es que este camino resulta en ocasiones duro, y la puerta para entrar en la verdadera vida, es estrecha. A veces hemos de dejarlo todo atrás y guiarnos por completo de la Providencia de Dios, tal como hizo Abran saliendo de su tierra para cumplir el designio que Dios tenía pensado para él. Para nosotros, que caminamos en este seguimiento de Jesús, el dejarlo todo atrás no es un acto cargado de lamentos y resignación, sabemos que dejamos todo, para ganarlo Todo, que es Dios mismo, dejamos atrás muchas cosas, por un Bien mayor, que nos colma de felicidad y alegría perpetua.

Dios ha trazado un camino para ti y para mí, un camino que conduce a la Vida, al Cielo. Cristo, con su ejemplo, con su vida, con su muerte y Resurrección, nos muestra el amor que Dios nos tiene. ¿Por qué no entregar la vida generosamente, sin miedo, si es Dios quien nos conduce hacia la plenitud?




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