En la Solemnidad de Corpus, nos dice el Cardenal Gambetti: “El amor se comunica rebajándose, no imponiéndose”
Alessandro Di Bussolo – Ciudad del Vaticano
“El amor, la vida se comunican rebajándose y no imponiéndose. No hay otro tesoro más precioso que debamos custodiar los cristianos”. Así resumió el cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la basílica vaticana y vicario general del Papa para la Ciudad del Vaticano, la primera enseñanza de Cristo a nosotros sus discípulos, al concluir su homilía en la misa de la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, presidida en San Pedro, en el altar de la Cátedra. El cardenal franciscano recordó que Jesús, “cuando habla de ser elevado, alude siempre a su elevación en la cruz, es decir, a su abajamiento, porque es allí donde resplandece el amor de Dios por el hombre”.
La invitación a la fraternidad en el Encuentro Mundial del sábado
También subraya que al compartir en la Eucaristía su Cuerpo como alimento bajado del cielo, todos somos hermanos, como se dirá en el Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana del sábado. Y si “deseamos de verdad una vida plena, atendamos a la invitación de Jesús: ¡levántate, come y camina!… el camino es largo, siempre somos caminantes”, pero no solos, o “Notalone!”, el lema del evento del 10 de junio.
Oraciones por la pronta recuperación del Papa
En la colecta de apertura, el cardenal Gambetti pidió oraciones para recordar al Papa Francisco, hospitalizado en el Hospital Gemelli de Roma, e invitó a rezar por su salud. También en una de las oraciones de los fieles se reza para que Francisco, hospitalizado desde ayer en el Gemelli tras una operación abdominal, se recupere lo antes posible. En su homilía, comentando el pasaje del Evangelio de Juan en la liturgia de esta solemnidad, el arcipreste de la basílica vaticana recuerda que en el cuarto Evangelio, “Jesús revela el don de sí mismo en el pan y el vino eucarísticos no en una última cena, sino inmediatamente después de la multiplicación milagrosa de los panes”.
Las palabras de Jesús: Yo soy el pan vivo, bajado del cielo
El cardenal subrayó a continuación que el tema de la comida es fuertemente simbólico. “Si en un sentido lo que comemos y bebemos ‘se convierte en nosotros’, en otro sentido ‘nos convertimos’ en lo que nos alimenta, le pertenecemos”, porque no somos los “dueños” de la vida, sino que dependemos de lo que comemos y bebemos. Por eso, la afirmación de Jesús: “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo”, tiene, para Gambetti, “un alcance enorme, que abarca estos y otros significados”.
En torno al altar, compartimos a Cristo que se nos ofrece
En primer lugar, el Salvador nos recuerda que “si uno come de este pan, vivirá para siempre”, por lo que… “alimentarse del cuerpo y de la sangre de Cristo es establecer una comunión plena, reconocer su divinidad inmersa en la fascinante carne humana”. En torno al altar, además, los cristianos “somos todos comensales, compartimos al mismo Señor que se nos ofrece”, y con él sus enseñanzas, “su presencia constante, sus gestos fraternos, sus silencios y sus recuerdos”. Así, la comunidad eclesial que celebra la presencia del Señor “se convierte, paso a paso, en morada inmanente del Eterno, para que el mundo viva, para que todos seamos hermanos, como intentaremos decir el próximo sábado en el Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana”.
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