“Virgen de Fátima es una devoción que se acrecienta”
La Iglesia celebra a la Virgen de Fátima este 13 de mayo. En esta fecha recordamos el día de su primera aparición en Portugal en 1917. Sin embargo, pocos conocen su nombre completo: Nuestra Señora del Rosario de Fátima.
La Virgen de Fátima se ha convertido en una de las advocaciones marianas más extendidas en la Iglesia, ya que incluso el Papa Juan Pablo II visitó el lugar de las apariciones en tres ocasiones, y en una de esas visitas, acudió a dejar a la Virgen la bala que el dispararon en la Plaza San Pedro.
La Virgen de Fátima se apareció seis veces a los pastorcitos en 1917 durante la Primera Guerra Mundial (1914 a 1918). Lucía y sus primos Francisco y Jacinta Marto vivían en un pueblo en Fátima donde trabajaban como pastorcitos de los rebaños de sus familias
El 13 de mayo de 1917, los pastorcitos vieron una aparición de la Virgen María, quien les dijo que regresaría durante los próximos seis meses todos los días 13 a la misma hora.
Fue hasta la segunda aparición, cuando la Virgen les reveló que Francisco y Jacinta morirían en algunos años, mientras que Lucía viviría mucho más tiempo para dar testimonio de lo ocurrido.
Los niños fueron testigos de las siguientes apariciones de la Virgen de Fátima tal cuál les había prometido. En la sexta aparición del 13 de octubre, ante miles de peregrinos se produjo el “Milagro del Sol” en el que se pudo ver al sol temblar en una especie de danza, según los testimonios.
El Secreto de Fátima
El mensaje principal de las apariciones está relacionado con los tres secretos, o más bien con una revelación de tres partes que la Virgen hizo a los niños pastores en la aparición del 13 de julio.
Una de las profecías se vincula con la Revolución Rusa, otra hablaba de nuevos tiempos bélicos una vez que terminara la Primera Guerra Mundial y la última hacía referencia al Papa San Juan Pablo II, donde anticipaba el atentado que sufrió el Sumo Pontífice el 13 de mayo de 1981 cuando le dispararon en la Plaza de San Pedro.
Lucía, que se convirtió en monja, escribió las dos primeras partes en sus memorias, la tercera, escrita el 3 de enero de 1944, la entregó en un sobre sellado al obispo de Leiria, que luego se entregó en 1957 al archivo secreto del Santo Oficio y cuyo contenido fue revelado en el año 2000.
En la primera parte del secreto, la Hermana Lucía cuenta que la Virgen mostró a los tres niños pastores: “un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor”.
La segunda parte contiene estas palabras de María: “Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejasen de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.
Un obispo vestido de blanco
La tercera parte del secreto es reportada por la Hermana Lucía: “Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: “algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él” a un obispo vestido de blanco “hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre”. También a otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos ángeles, cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios”.
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