La gratitud del Papa con Benedicto XVI: Sólo Dios conoce sus sacrificios
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“No pasemos deprisa, detengámonos a contemplar y meditar, pues aquí está una parte esencial del misterio de la salvación. Y tratemos de aprender el ‘método’ de Dios, su respeto infinito, su ‘bondad’ por así decirlo, porque en la maternidad divina de la Virgen está el camino hacia un mundo más humano”, lo dijo el Papa Francisco en su homilía en la Celebración de las Primeras Vísperas de la solemnidad de Santa María Madre de Dios y Te Deum de acción de gracias por el año que concluye, este sábado 31 de diciembre, en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
El camino de Dios para la salvación
En su homilía, el Santo Padre señaló que, en la plenitud de los tiempos, Dios se hizo hombre, no vino al mundo precipitándose desde el cielo; nació de María. No nació en una mujer, sino de una mujer. Esto es esencialmente diferente: significa que Dios quiso tomar carne de ella. No la utilizó, sino que le pidió su “sí”, su consentimiento. Y con ella inició el lento camino de la gestación de una humanidad libre de pecado y llena de gracia y de verdad, llena de amor y de fidelidad.
“Este es el camino que Dios ha elegido para entrar en el mundo y en la historia, este es el camino. Y este camino es esencial, tan esencial como el hecho mismo de que haya venido. La maternidad divina de María -la maternidad virginal, la virginidad fecunda- es el camino que revela el respeto extremo de Dios por nuestra libertad. Quien nos creó sin nosotros no quiere salvarnos sin nosotros (cf. San Agustín, Sermo CLXIX, 13)”.
Este modo suyo de venir a salvarnos es el camino por el que también nos invita a seguirle, a continuar junto a Él tejiendo la humanidad nueva, libre y reconciliada. Es un estilo, una forma de relacionarnos de la que derivan las muchas virtudes humanas de la buena y digna convivencia. Una de estas virtudes es la bondad, como forma de vida que fomenta la fraternidad y la amistad social.
Gratitud al Papa emérito Benedicto XVI
Y hablando de bondad, indicó el Papa Francisco, en este momento, nuestro pensamiento se dirige espontáneamente a nuestro queridísimo Papa emérito Benedicto XVI, que nos ha dejado esta mañana.
“Con emoción recordamos su persona tan noble, tan gentil. Y sentimos tanta gratitud en el corazón: gratitud a Dios por haberle dado a la Iglesia y al mundo; gratitud a él, por todo el bien que ha realizado, y especialmente por su testimonio de fe y de oración, sobre todo en estos últimos años de su vida retirada. Sólo Dios conoce el valor y la fuerza de su intercesión, de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia”.
La bondad también como una virtud cívica
Por ello, esta tarde el Santo Padre volvió a proponer la bondad también como virtud cívica, pensando en particular en nuestra diócesis de Roma. La bondad es un factor importante de la cultura del diálogo, y el diálogo es indispensable si queremos vivir en paz, como hermanos, que no siempre se llevan bien -es normal- pero que, sin embargo, hablan entre sí, se escuchan e intentan comprenderse y encontrarse.
“Basta pensar “qué sería del mundo sin el diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y comunidades”. El diálogo persistente y valiente no aparece en los titulares como los enfrentamientos y los conflictos, y sin embargo ayuda discretamente al mundo a vivir mejor” (ibíd., 198). La bondad forma parte del diálogo. No es sólo una cuestión de “etiqueta”; no es una cuestión de “etiqueta”, de formas galantes… No, no es esto a lo que nos referimos al hablar de cortesía. En cambio, es una virtud que hay que recuperar y ejercitar cada día, para ir contracorriente y humanizar nuestras sociedades”.
Ante el individualismo es posible elegir la bondad
De hecho, el Papa Francisco señaló que, los daños del individualismo consumista están a la vista de todos. Y el daño más grave es que los demás, las personas que nos rodean, se perciben como obstáculos para nuestra tranquilidad, para nuestra comodidad. Otros nos “incomodan”, nos molestan, nos quitan tiempo y recursos para hacer lo que nos gusta.
“Las sociedades individualistas y consumistas tienden a ser agresivas, porque los demás son competidores con los que hay que competir (cf. ibíd., 222). Y, sin embargo, dentro de estas mismas sociedades nuestras, e incluso en las situaciones más difíciles, hay personas que demuestran que ‘todavía es posible elegir la bondad’ y así, con su estilo de vida, se convierten en estrellas en medio de la oscuridad”.
La bondad una actitud benévola
Y citando a San Pablo, en la Carta a los Gálatas, el Santo Padre dijo que este texto habla de los frutos del Espíritu Santo, y entre ellos menciona uno con la palabra griega chrestotes (cf. 5,22). Esto es lo que podemos entender por “bondad”:
“Una actitud benévola, que apoya y reconforta a los demás evitando toda dureza y aspereza. Modo de tratar al prójimo, cuidando de no herir con palabras o gestos; procurando aligerar las cargas de los demás, animar, consolar, confortar; sin humillar, mortificar o despreciar nunca”.
Un antídoto contra algunas patologías de nuestras sociedades
La bondad, también indicó el Papa Francisco es un antídoto contra la crueldad, que desgraciadamente puede introducirse como un veneno en el corazón e intoxicar las relaciones; contra la ansiedad distraída y el frenesí que nos hacen centrarnos en nosotros mismos y cerrarnos a los demás (cf. ibíd., 224).
“Estas ‘enfermedades’ de nuestra vida cotidiana nos vuelven agresivos e incapaces de pedir ‘permiso’, o ‘perdón’, o simplemente decir ‘gracias’. Y así, cuando en la calle, o en una tienda, o en una oficina nos encontramos con una persona amable, nos asombramos, nos parece un pequeño milagro, porque desgraciadamente la amabilidad ya no es muy común. Pero, gracias a Dios, todavía hay personas amables, que saben dejar de lado sus propias preocupaciones para prestar atención a los demás, regalar una sonrisa, una palabra de ánimo, escuchar a alguien que necesita confiar, desahogarse”.
Tratemos de aprender el ‘método’ de Dios
Finalmente, el Santo Padre dijo que, viendo el icono de la Virgen Madre, dejémonos asombrar por la elección de Dios, que podría haber aparecido en el mundo de mil maneras mostrando su poder, y en cambio quiso ser concebido con plena libertad en el seno de María, quiso ser formado durante nueve meses como cualquier niño, y finalmente nacer de ella, nacer como mujer.
“No pasemos deprisa, detengámonos a contemplar y meditar, pues aquí está una parte esencial del misterio de la salvación. Y tratemos de aprender el ‘método’ de Dios, su respeto infinito, su ‘bondad’ por así decirlo, porque en la maternidad divina de la Virgen está el camino hacia un mundo más humano”.
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