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diciembre 24, 2022 in Evangelios

Lecturas del día 25 de Diciembre de 2022

Primera Lectura

Is 52, 7-10

¡Qué hermoso es ver correr sobre los montes
al mensajero que anuncia la paz,
al mensajero que trae la buena nueva,
que pregona la salvación,
que dice a Sión: “Tu Dios es rey”!

Escucha: Tus centinelas alzan la voz
y todos a una gritan alborozados,
porque ven con sus propios ojos al Señor,
que retorna a Sión.

Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén,
porque el Señor rescata a su pueblo, consuela a Jerusalén.
Descubre el Señor su santo brazo
a la vista de todas las naciones.
Verá la tierra entera
la salvación que viene de nuestro Dios.

Salmo Responsorial

Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6.

R. (3cd) Toda la tierra ha visto al Salvador.
Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas.
Su diestra y su santo brazo
le han dado la victoria.
R. Toda la tierra ha visto al Salvador.
El Señor ha dado a conocer su victoria,
y ha revelado a las naciones su justicia.
Una vez más ha demostrado Dios
su amor y su lealtad hacia Israel.
R. Toda la tierra ha visto al Salvador.
La tierra entera ha contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Que todos los pueblos y naciones
aclamen con júbilo al Señor.
R. Toda la tierra ha visto al Salvador.
Cantemos al Señor al son del arpa,
suenen los instrumentos.
Aclamemos al son de los clarines
al Señor, nuestro rey.
R. Toda la tierra ha visto al Salvador.

Segunda Lectura

Hb 1, 1-6

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por medio del cual hizo el universo.

El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la imagen fiel de su ser y el sostén de todas las cosas con su palabra poderosa. Él mismo, después de efectuar la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la majestad de Dios, en las alturas, tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más excelso es el nombre que, como herencia, le corresponde.

Porque ¿a cuál de los ángeles le dijo Dios: Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy? ¿O de qué ángel dijo Dios: Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo? Además, en otro pasaje, cuando introduce en el mundo a su primogénito, dice: Adórenlo todos los ángeles de Dios.

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya.

Un día sagrado ha brillado para nosotros.
Vengan naciones, y adoren al Señor,
porque hoy ha descendido una gran luz sobre la tierra.
R. Aleluya.

Evangelio

Jn 1, 1-5. 9-14

En el principio ya existía aquel que es la Palabra,
y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.
Ya en el principio él estaba con Dios.
Todas las cosas vinieron a la existencia por él
y sin él nada empezó de cuanto existe.
Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas
y las tinieblas no la recibieron.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera,
que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
En el mundo estaba;
el mundo había sido hecho por él
y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron;
pero a todos los que lo recibieron
les concedió poder llegar a ser hijos de Dios,
a los que creen en su nombre,
los cuales no nacieron de la sangre,
ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre,
sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre
y habitó entre nosotros.
Hemos visto su gloria,
gloria que le corresponde como a unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad.

Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando:
“A éste me refería cuando dije:
‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí,
porque ya existía antes que yo”.

De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia.
Porque la ley fue dada por medio de Moisés,
mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás.
El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha revelado.

Palabra de Dios, te alabamos Señor.

Reflexión

En el centro de nuestra eucaristía siempre está Jesús. Él es el corazón de la Iglesia. Hoy de manera especial lo proclamamos. Es más, lo colocamos visiblemente delante de nuestros ojos para verlo, y bendecirlo. Al final de la misa, tendremos la ocasión de besar la imagen del niño Jesús, y reconocer que Dios no deja de visitar a su pueblo.

Hoy, es Navidad.  En Navidad celebramos que Dios, autor de cuanto existe, se nos acerca de tal manera que se hace uno de nosotros y entra en nuestro mundo y en nuestra historia para rescatarnos de la soledad del pecado y de su más terrible consecuencia: la muerte. Jesús nace en Belén para comunicarnos al Espíritu Santo, convocarnos en su Iglesia y hacernos hijos de Dios.

¡Jesús viene para hacernos partícipes de la vida plena y eternamente feliz de Dios!

Jesús, nacido en Belén, se nos ofrece como una luz que ilumina el camino que debemos seguir para superar todos los problemas y los males sociales que padecemos.

En su nacimiento, Jesús experimentó muchas adversidades: la carencia de un lugar para que su Madre lo diera a luz; la amenaza de Herodes, que obligó a su Familia a refugiarse en Egipto. Sin embargo, no se dejó vencer, sino que fue capaz de transformar definitivamente la historia humana con el poder del amor.

Nos decía el evangelio de hoy de san Juan: Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron… Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”. 

Navidad es la invitación que nos hace Jesús a optar por la luz.  Y Jesús es la luz verdadera que viene a iluminar a todo hombre. Sin embargo, el mundo en vez de dejarse guiar por la luz de Cristo sigue la lógica de la oscuridad y las tinieblas.

En nuestro mundo sigue habiendo mucha noche, mucha oscuridad. Es el poder de lo mundano, la lógica de la inhumanidad, que se visualiza en la oscuridad que produce: guerras crueles, explotación de personas, empobrecimiento masivo, desesperanza en las gentes.

Es por ello que, hoy igual que hace dos mil veintidós años, podemos exclamar que “la Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció”. Como veis, la navidad no tiene nada de ingenua: sabe del dolor de tantas personas. Este día también los queremos tener presente.

Pero en este día de la Navidad, tenemos que tener un corazón que vive con alegría, porque el mensaje de esta fiesta es el mensaje de la esperanza.  Gracias al nacimiento de Jesús, los hombres estamos salvados, estamos redimidos.  La Navidad debe ser unos días especiales para no andar con prisas y recobrar esos momentos para estar con los hijos, los abuelos, con toda la familia.

También para esta Navidad debemos tener cuatro actitudes para celebrar exitosamente la Navidad.

1. Oración: Darnos tiempo para que baje a nuestro corazón la Palabra hecha carne.  Una bonita forma de rezar estos días, puede ser delante del niño Dios.

2. Pobreza: descubrámonos como personas, tal y como somos.  Dejemos nuestras máscaras de ser quien no somos y dejemos que Dios nos visite tal como somos.

3. Ternura: cercanía con los demás.  No es posible celebrar a un Dios recién nacido sin que se nos escape una mirada tierna.  Transmitamos esta actitud a los demás.  Navidad es solidaridad y encuentro.

4. Alegría auténtica, de quien se sabe redimido, y de quien sabe que el mundo hoy es más hogar.

Recatemos el verdadero sentido de la Navidad. Lo que dio origen y sustenta la Navidad es el Niño de Belén; sin Él los regalos, aguinaldos, adornos, vacaciones y otras expresiones se vacían de su sentido y finalidad principal. Navidad es el sí de Dios a la vida, a la redención y superación de cada persona, de toda familia y sociedad; el Niño de Belén es la respuesta a los anhelos y preguntas que se hacen y pueden hacerse las personas, es luz ante la oscuridad y confusión, serenidad ante preocupaciones, perdón ante las ofensas, unidad en la división, paz ante la violencia y enfrentamientos.

¡Feliz Navidad! a todos los niños, adolescentes y jóvenes que, en su hambre de superación y de felicidad, las buscan a veces por caminos equivocados; a los padres y madres de familia para que su hogar crezca en el amor. ¡Feliz Navidad! a los gobernantes, dirigentes, comunicadores y líderes de nuestra sociedad para que, desde su servicio, experimenten la alegría de impulsar la justicia y la paz social.

Que el Niño de Belén nazca para vosotros, os proteja y os bendiga a todos.




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