De Donatis: Los mayores nos enseñan a llamar a la puerta de Dios
Marco Guerra – Ciudad del Vaticano
“En este día demos gracias al Señor que nos llama a ser constructores de la revolución de la ternura”: en la apertura de la celebración eucarística de la Jornada Mundial de los Abuelos y los Ancianos, el cardenal Angelo De Donatis, vicario general del Papa para la diócesis de Roma, recordó ante todo el corazón del mensaje con el que Francisco exhorta a los hombres de la tercera edad a un nuevo protagonismo espiritual.
En la vejez darán frutos
El cardenal, que presidió la Misa por mandato del Santo Padre que inició esta mañana su viaje apostólico a Canadá, también dirigió su primer pensamiento en la homilía al Papa Francisco “que ha querido este día para ustedes, ancianos y ancianas, para que, con sus familias y con la Iglesia, sientan el afecto y el apoyo de todos, seguros de que, como dice el Salmo 44, en la vejez seguirán dando frutos: su sabiduría, su fe, su amor”.
Los ancianos piden a Dios la paz
Además, el purpurado se refirió en su homilía a la liturgia de la Palabra de hoy, en la que Jesús enseña a los discípulos a rezar el Padrenuestro y a dirigirse a Dios en caso de necesidad. También en las lecturas de hoy está Abraham que pide; implora al Señor que salve a Sodoma y Gomorra, una imagen en la que el cardenal ve a los ancianos que, miran “el mundo con gran dificultad, y siguen intercediendo y pidiendo a Dios la paz, la salud, la concordia, no para ellos, sino para sus hijos y nietos”. El vicario del Papa recordó asimismo que muchos ancianos nacieron durante, o inmediatamente después, de la guerra y el mal que vieron de niños fue suficiente, para muchos de ellos, para desear sólo el bien y la paz. Y así asumen el mismo papel de Abraham que pide a Dios que salve el mundo.
Llamar a la puerta de Dios
“Queridos, con su deseo de bien – continuó el cardenal De Donatis – nos recuerdan que ahí arriba late el corazón mismo de este Dios. Es el corazón de un Padre. Es un corazón de Amigo y, muchas veces, son precisamente ustedes, los ancianos, los que nos han enseñado a nosotros, hijos y nietos, a rezarle, a llamar a su puerta, a pedirle algo. Cuántas veces ustedes los ancianos – continuó el cardenal – tuvieron que caminar en medio de la noche de la vida, pero guiados por la brújula del corazón. Y de casa en casa, de corazón en corazón, nos han enseñado que rezar es hacer circular el pan del amor por las venas del mundo […]. Ustedes, queridos abuelos, nos han enseñado a llamar a las puertas de Dios. Nos han enseñado que incluso cuando la puerta está cerrada, más allá de la puerta hay un amigo, hay un Padre”.
Visitar a los ancianos es una obra de misericordia
El vicario del Papa ofreció, por otra parte, una similitud entre el amor de Dios, que “siempre nos da algo, aunque no lo hayamos pedido”, y el amor gratuito de los abuelos a sus nietos. En este contexto, el cardenal se dirigió a los jóvenes, exhortándolos a llamar a la puerta de Dios a través de la de sus abuelos: “Esa puerta no está lejos, es la puerta de la casa que los ha generado. Un encuentro con Dios que en la práctica se produce a través de la experiencia de la relación con el anciano. La invitación, por tanto, fue a visitar a los ancianos que están más solos, en su casa o en las residencias en las que están alojados, procurando que nadie viva en la soledad. Para fundamentar esta acción, el cardenal De Donatis se apoyó en el mensaje del Papa, que define la visita a los ancianos solos como “una obra de misericordia de nuestro tiempo”.
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