No “eternizar” los cargos en los movimientos, nadie es imprescindible
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano
Jamás aislarse ni encerrarse nunca, no “eternizar” los cargos y, sobre todo, hacer comunidad buscando la armonía y la unidad internamente en el movimiento y externamente en la Iglesia y en los lugares donde se está insertado. El Pontífice insiste en el concepto de “comunión” con los miembros del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de Italia, llegados a Roma para la VII Ultreya nacional. Se trata de un encuentro que para los casi dos mil cuatrocientos participantes representa un momento de anuncio, testimonio y oración, que – como sugiere su propio nombre, tomado del antiguo saludo de los peregrinos de Santiago de Compostela – exhorta a ir “más allá”.
No “eternizar” los cargos
Reflexionando sobre el “ir más allá”, el Papa, apartándose del discurso escrito, les pidió a los miembros de los Cursillos que estén siempre en movimiento: “Movimiento para la unidad interna y movimiento para evangelizar”. Estar en movimiento significa concretamente “vivir el servicio del anuncio y del testimonio cristiano”. Una tarea que también corresponde a los encargados o responsables de cada país o de todo el movimiento. Francisco, hablando espontáneamente, advirtió contra una “cosa fea” que es la de “eternizar los cargos, es decir, que sea siempre el mismo o la misma”. “¡Por favor, no!”, les dijo.
Renovación, trabajo para seguir viviendo
Esta “renovación contra las ambiciones personales” que “el diablo hace mover”, advirtió el Papa. “Es un trabajo para seguir viviendo. Porque muchos movimientos se han apagado en manos de un solo líder o de una única dirigente. Tenemos mucha experiencia de esto en la Iglesia. Así que renovar el servicio de la autoridad, digamos así, renovarlo: nadie es eterno en la autoridad”.
Más allá de una visión horizontal y materialista de la vida
La invitación del Santo Padre fue a superar “una visión puramente horizontal, terrenal y materialista de la vida, para redescubrir cada vez la nueva mirada que la fe en Cristo nos ha dado, sobre todo: sobre nosotros mismos, sobre el mundo, sobre el sentido de la existencia”.
Comunión
El Pontífice ofreció a los miembros del movimiento, iniciado en España, las indicaciones para seguir su camino: comunión y misión. “Ir hacia la comunión”, exhortó. “Se trata de ir más allá de uno mismo y del propio grupo para hacer comunidad y crecer en la Iglesia, que siempre es cuerpo y nunca miembros inconexos o separados”.
La unidad no se basa en el carisma de un individuo
El Papa les habló de tres niveles. El primero es “hacer comunidad con otros grupos, a nivel regional y nacional”, para enriquecer tus experiencias y perspectivas y “comprender mejor la situación eclesial y social en la que estás inmerso”.
El segundo nivel, les dijo el Pontífice, es “hacer comunidad con todo el movimiento de Cursillos”, conservando – y esto es un “gran reto” – un espíritu de “caridad y unidad”, en la conciencia “de que el carisma fundacional de su movimiento es el que les transmitieron los iniciadores y la primera generación y del que todos son igualmente responsables”.
Armonía
El Papa Francisco aludió al encuentro del Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad, que contará con la participación de los líderes de todos los continentes. Su esperanza fue que el encuentro “se viva como un evento sinodal de escucha y discernimiento común entre los líderes, que de espacio a todos, que acoja las diferentes sensibilidades y visiones, para crear una armonía espiritual en su interior”.
Hacer comunidad con la Iglesia
Finalmente, el tercer nivel “aún más amplio” que les indicó el Papa es el de “hacer comunidad con la Iglesia”. Significa concretamente “cercanía y escucha de los pastores” y “participación en las iniciativas pastorales de las Iglesias locales en las que se vive”. “Sus grupos y todo su Movimiento, de hecho, no están ‘al lado’ de la Iglesia, sino que también forman parte de la Iglesia que vive en ese territorio. Por lo tanto, están llamados a identificarse plenamente con el sentimiento y la acción de la Iglesia”, especificó Francisco.
Discípulos misioneros
En cuanto a la misión, la segunda dirección fundamental de toda ultreya, El Santo Padre les habló de un reto que es “formar comunidades de discípulos misioneros que salgan al encuentro de los alejados, superando el criterio de ‘siempre se ha hecho así’ que no es un criterio cristiano”. “Ustedes – les dijo – tienen un carisma particular, que los ha llevado a redescubrir y saber proclamar de forma sencilla y directa lo esencial de la experiencia cristiana, es decir, el amor de Dios a todo hombre y mujer. Y saben transmitir este anuncio dentro de los lazos de amistad y cercanía que establecen, sin forzarlo, con tantas personas con las que se encuentran, incluso con aquellas de personalidad más fuerte que parecen casi indiferentes o incluso hostiles a la fe”. Por esta razón los alentó a dejarse “animar por este carisma” para experimentar “la dulce alegría de evangelizar en todos los ámbitos de la vida, privada y pública”.
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