abril 1, 2022 in Evangelios

Lecturas del día 1 de Abril de 2022

Primera Lectura

Sab 2, 1. 12-22

Los malvados dijeron entre sí, discurriendo equivocadamente:
“Tendamos una trampa al justo,
porque nos molesta y se opone a lo que hacemos;
nos echa en cara nuestras violaciones a la ley,
nos reprende las faltas contra los principios en que fuimos educados.
Presume de que conoce a Dios
y se proclama a sí mismo hijo del Señor.

Ha llegado a convertirse en un vivo reproche
de nuestro modo de pensar
y su sola presencia es insufrible,
porque lleva una vida distinta de los demás
y su conducta es extraña.
Nos considera como monedas falsas
y se aparta de nuestro modo de vivir como de las inmundicias.
Tiene por dichosa la suerte final de los justos
y se gloría de tener por padre a Dios.

Veamos si es cierto lo que dice,
vamos a ver qué le pasa en su muerte.
Si el justo es hijo de Dios,
él lo ayudará y lo librará de las manos de sus enemigos.
Sometámoslo a la humillación y a la tortura
para conocer su temple y su valor.
Condenémoslo a muerte ignominiosa,
porque dice que hay quien mire por él”.

Así discurren los malvados, pero se engañan;
su malicia los ciega.
No conocen los ocultos designios de Dios,
no esperan el premio de la virtud,
ni creen en la recompensa de una vida intachable.

Salmo Responsorial

Salmo 33, 17-18. 19-10. 21 y 23

R. (19a) El Señor no está lejos de sus fieles.
En contra del malvado está el Señor,
para borrar de la tierra su memoria.
Escucha, en cambio, al hombre justo,
y lo libra de todas sus congojas.

R. El Señor no está lejos de sus fieles.
El Señor no está lejos de sus fieles
y levanta a las almas abatidas.
Muchas tribulaciones pasa el justo,
pero de todas ellas Dios lo libra.

R. El Señor no está lejos de sus fieles.
Por los huesos del justo vela Dios,
sin dejar que ninguno se le quiebre.
Salva el Señor la vida de sus siervos;
no morirán quienes en 
él esperan.
R. El Señor no está lejos de sus fieles.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 4

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No sólo de pan vive el hombre,
sino también de toda palabra
que sale de la boca de Dios.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Jn 7, 1-2. 10. 25-30

En aquel tiempo, Jesús recorría Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba ya la fiesta de los judíos, llamada de los Campamentos.

Cuando los parientes de Jesús habían llegado ya a Jerusalén para la fiesta, llegó también él, pero sin que la gente se diera cuenta, como de incógnito. Algunos, que eran de Jerusalén, se decían: “¿No es éste al que quieren matar? Miren cómo habla libremente y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que es el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde viene éste; en cambio, cuando llegue el Mesías, nadie sabrá de dónde viene”.

Jesús, por su parte, mientras enseñaba en el templo, exclamó: “Conque me conocen a mí y saben de dónde vengo… Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; y a él ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado”. Trataron entonces de capturarlo, pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra de Dios, te alabamos Señor

Reflexión

Queridos hermanos:  El Evangelio nos coloca hoy al lado del Señor en una situación tensa.

El Señor sabe que lo quieren matar, y no se lanza temerariamente

a dejarse matar en ese momento que no era el indicado.

El Señor sabe que en aquella fiesta no había llegado todavía el momento del sacrificio mayor.

Era el momento, eso sí, de enseñar de una manera discreta,

/de llegar sin que la gente se diera cuenta de su llegada.

Y una vez llegado, se dedica el Señor a enseñar la Verdad con libertad, al punto de que los que no creían en Él

se sorprenden de que ande libre,  y eventualmente quisieron atraparlo, pero no pudieron.

El Señor ayer como hoy pregunta a quien ha perdido la fe y cree conocerlo por estos u otros razonamientos calculados:

“con que me conocen a mí y saben de dónde vengo”.

Hoy como ayer habrá quien trata de entender a Cristo  sin aceptar su condición de Dios:

en su arrogancia se cierra el hombre moderno al humilde misterio del Dios hecho hombre.

La fe es muy importante para entender a Cristo como se debe.

Desde la fe, con humildad, lo reconocieron quienes en Él creyeron, y por Él fueron enviados a dejarnos un testimonio sólido,

ese testimonio que ayer como hoy es atacado por quienes creen conocer a Cristo sin reconocerlo como Dios y como hombre.




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