marzo 9, 2022 in Evangelios

Lecturas del día 9 de Marzo de 2022

Primera Lectura

Jn 3, 1-10

En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: “Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar ahí el mensaje que te voy a indicar”.

Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive era una ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla. Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando: “Dentro de cuarenta días Nínive será destruida”.

Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey de Nínive, que se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre ceniza y en nombre suyo y de sus ministros, mandó proclamar en Nínive el siguiente decreto: “Que hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a Dios y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje de cometer injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos”.

Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles.

Salmo Responsorial

Salmo 50, 3-4. 12-13. 18-19

R. (19b) A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Por tu inmensa compasión y misericordia,
Se
ñor, apdate de mí y olvida mis ofensas.
L
ávame bien de todos mis delitos,
y purif
ícame de mis pecados.
R. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Crea en mí, Señor, un corazón puro,
un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos.
No me arrojes, Se
ñor, lejos de ti,
ni retires de m
í tu santo espíritu.
R. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios
y si te ofreciera un holocausto, no te agradar
ía.
Un coraz
ón contrito te presento,
y a un coraz
ón contrito, tú nunca lo desprecias.
R. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Aclamación antes del Evangelio

Joel 2, 12-13

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Todavía es tiempo, dice el Señor.
Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí,
que soy compasivo y misericordioso.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Lc 11, 29-32

En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y comenzó a decirles: “La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo.

Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.

Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”.

Palabra de Dios, te alabamos Señor

Reflexión

Hermanas y hermanos

En este tiempo de Cuaresma resuena incesantemente la invitación a la conversión.  Pero debemos tener cuidado de que la constancia en esta invitación no haga que ella pierda su fuerza y su sentido.  Por eso es importante preguntarnos: ¿Cómo recibimos dicha invitación? ¿Encuentra en nosotros un corazón abierto y dispuesto a dejarse interpelar por la Palabra de Dios? ¿Sentimos la necesidad de revisar las sendas que estamos recorriendo, para volver a encontrar el camino de regreso a casa, para redescubrir el vínculo fundamental con Dios, del que depende todo? O ¿somos de esa generación, que aparece en el evangelio, que necesita signos extraordinarios para creer en el Señor?

En el evangelio de hoy Jesús hace un fuerte llamado a la conversión, a creer en Él.  Y ese llamado era tanto para quienes le escuchaban entonces, como para quienes le escuchamos hoy.  El contexto de la escena del evangelio son las acusaciones que dirigen contra Jesús. Ante la expulsión de un demonio, se le acusa de hacerlo por el poder del príncipe de los demonios. La reacción de Jesús es asegurarles que no habrá esa señal que sus enemigos le exigen con frecuencia para aceptar su mensaje. No habrá señales espectaculares, sino que su señal será la misma de Jonás para los ninivitas. Y Jonás no hizo otra cosa que predicar la conversión a los ninivitas durante tres días. Ellos se convirtieron.

Las palabras de Jesús tienen una fuerte llamada de atención: “La gente de este tiempo es una gente perversa.  Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás”. Es interesante cómo san Lucas busca en el libro de Jonás una clave de interpretación para comprender la misión de Jesús. La profecía se ejerce en nombre de Dios y hay que posponer los propios gustos y miedos al mensaje que Dios te confía. Esta referencia al libro de Jonás dejaría a los escribas y fariseos con muchos problemas; sin embargo, para las personas que seguían con mucho entusiasmo a Jesús los llenaría de esperanza.

La figura del profeta Jonás es muy original; releído a luz del misterio de Cristo nos ofrece una luz viva que se transforma en revelación. La tradición judía ha tenido siempre una gran estima de este libro tanto que lo clasifican no en la categoría genérica de los “Escritos”, sino en una más importante, la de los “Profetas”.

Junto a esta figura mítica de Jonás encontramos una figura femenina: “La reina del Sur”, la cual “vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón”.  Se trata de la reina de Saba, que viene a Jerusalén para escuchar la Palabra de Dios en la sabiduría de Salomón.  Por su parte, Jonás es el enviado de Dios a Nínive para anunciar allí la Palabra de Dios. A partir de estas dos referencias bíblicas podemos decir que la recriminación de Jesús está dirigida a la falta de apertura para escuchar su palabra y dejarse interpelar por su enseñanza.

Jesús se identifica con el profeta Jonás, porque Jonás recorrió Nínive llamando a la conversión y estuvo tres días en el vientre del pez; Jesús inicia su ministerio llamando a la conversión, llamando a la apertura al Reino de Dios que ha llegado y su signo más contundente será estar tres días en el sepulcro y resucitar.  Así expresa su recriminación a quienes habiendo visto todos los signos que ha realizado siguen sin creer en Él.  No han creído en Él que es la Palabra de Dios encarnada.

Nosotros conocemos los signos y acciones realizadas por Jesús; conocemos el signo de Jonás: la muerte y resurrección del Señor; y hemos sido testigos de muchos signos que Dios ha realizado a lo largo de nuestra vida.   ¿Y aún así, pedimos signos extraordinarios para creer?  ¿Aún seguimos sin escuchar la Palabra de Dios?   Pidamos al Señor no pertenecer a la “generación perversa”, sino que nuestro corazón esté abierto a su Palabra y dispuesto a la conversión.

Que Dios los bendiga y los proteja.




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