El Salvador. Cardenal Rosa Chávez: Los mártires, memoria y esperanza de paz
En una emotiva ceremonia, celebrada por el Cardenal Gregorio Rosa Chávez, Obispo Auxiliar de San Salvador y en representación del Papa Francisco, fueron beatificados los cuatro mártires salvadoreños.
De este modo, el Padre Rutilio Grande, Fray Cosme Spessotto, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus se convierten en los nuevos beatos de El Salvador. Unas 6.000 personas, bajo medidas de bioseguridad, se congregaron en la Plaza Divino Salvador del Mundo, en la capital del país.
También asistieron los Obispos de todas las jurisdicciones y de Centroamérica, autoridades gubernamentales y personal diplomático acreditado en El Salvador. En representación de la directiva del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), asistió Monseñor Jorge Eduardo Lozano, Secretario General y Arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina).
Todo el pueblo salvadoreño
En su homilía, el Cardenal Rosa Chávez indicó: “¿Quiénes estamos aquí? Somos una representación de todo el pueblo salvadoreño y hemos venido de todos los rincones de la geografía cuscatleca”.
“En nuestra asamblea hay humildes campesinos y campesinas que exultan de júbilo al ver que la Iglesia reconoce la santidad de quienes han dado la vida en su servicio. Hay también representantes de las comunidades que fueron pastoreadas por Fray Cosme y por el Padre Rutilio”, añadió.
De igual forma, el Purpurado ha mencionado que “tenemos con nosotros en la figura de Manuel Solórzano y del joven Nelson Rutilio, representantes de esa inmensa multitud que nadie podía contar, es decir, de los innumerables mártires anónimos”.
Según el Cardenal, “ese número simbólico de los 75 mil muertos que hemos llorado a lo largo de la lucha fratricida que nos desangró durante doce años y que terminó felizmente cuando las partes enfrentadas firmaron los Acuerdos de Paz”.
Vivencia del Evangelio
Asimismo –ha indicado el Cardenal– en América Latina el martirio está relacionado con la vivencia del Evangelio y de la doctrina de la Iglesia sobre todo después del Concilio Vaticano II y de la Asamblea General del Episcopado de nuestro continente en Medellín.
Ha puesto de ejemplo al padre Rutilio Grande que “después de seguir en Ecuador el curso del IPLA y de haber compartido la experiencia de trabajo con campesinos e indígenas en la diócesis de Riobamba, en tiempos de Monseñor Leonidas Proaño, volvió a nuestro país con una clara e inequívoca opción por los pobres”.
“Él fue quien encabezó la lista de nuestros mártires. Le siguieron veinte sacerdotes, tres religiosas y una misionera estadounidenses y cientos de mártires anónimos”, ha dicho.
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