Lecturas del día 18 de octubre de 2021
Primera Lectura
Querido hermano: Haz lo posible por venir a verme cuanto antes, pues Dimas, prefiriendo las cosas de este mundo, me ha abandonado y ha partido a Tesalónica. Crescencio se fue a Galacia, y Tito, a Dalmacia. El único que me acompaña es Lucas. Trae a Marcos contigo, porque me será muy útil en mis tareas. A Tíquico lo envié a Éfeso.
Cuando vengas, tráeme el abrigo que dejé en Tróade, en la casa de Carpo. Tráeme también los libros y especialmente los pergaminos.
Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho daño. El Señor le dará su merecido. Cuídate de él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra predicación.
La primera vez que me defendí ante el tribunal, nadie me ayudó. Todos me abandonaron. Que no se les tome en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara claramente el mensaje de salvación y lo oyeran todos los paganos.
Salmo Responsorial
R. (12a) Señor, que todos tus fieles te bendigan.
Que te alaben, Señor, todas tus obras
y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino
y den a conocer tus maravillas.
R. Señor, que todos tus fieles te bendigan.
Que muestren a los hombres tus proezas,
el esplendor y la gloria de tu reino.
Tu reino, Señor, es para siempre
y tu imperio, por todas las generaciones.
R. Señor, que todos tus fieles te bendigan.
Siempre es justo el Señor en sus designios
y están llenas de amor todas sus obras.
No está lejos de aquellos que lo buscan;
muy cerca está el Señor, de quien lo invoca.
R. Señor, que todos tus fieles te bendigan.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Yo los he elegido del mundo, dice el Señor,
para que vayan y den fruto y su fruto permanezca.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero ni morral ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’ ”.
Reflexión
Hermanas y hermanos
Nos encontramos en octubre, mes de las misiones, y el evangelio de hoy nos recuerda que todos los discípulos y discípulas de Jesús somos evangelizadores. Efectivamente, Jesús no sólo envía a los Doce Apóstoles, sino también a “otros setenta y dos”; es decir, a otro grupo de discípulos y discípulas. La misión es una responsabilidad de todos porque quienes hemos recibido la Buena Noticia de Jesús y del Reino de Dios, tenemos la obligación de compartirla con los demás.
“La cosecha es mucha, y los trabajadores pocos”. Es interesante este sentido positivo de la misión, pues el texto no dice “hay mucho que sembrar y pocos trabajadores”. Quizá hoy debiéramos hablar en estos términos, dado el gran desconocimiento de Jesucristo y de su Evangelio en nuestra sociedad. Una mirada esperanzada de la misión engendra optimismo e ilusión. Así es como Jesús quiere que asumamos la tarea de evangelizar.
“Pónganse en camino”. En algunas traducciones esto se dice como “¡En marcha!”. Palabras muy significativas que indican movimiento, salida, camino. Lo cual indica que para asumir la misión que Jesús nos encomienda lo primero que debemos hacer es salir de la zona de confort, del acomodamiento en el que estamos. En ese sentido, para poder evangelizar, primero debemos ser evangelizados. Toda persona que es evangelizada se convierte inevitablemente en evangelizadora. A propósito de esto, decía el Papa Pablo Sexto que nuestra Iglesia está sacramentalizada, pero no evangelizada.
Ponernos en camino es dejarnos llevar por el Espíritu, que guiará nuestro trabajo y nos ayudará a enfrentar las dificultades. La evangelización se realiza en condiciones difíciles: “como ovejas en medio de lobos”, con la misión de convertir a esos lobos en ovejas.
¿Qué tienen que predicar para que esto suceda? Lo mismo que predica Jesús desde el principio: “Está cerca el reino de Dios”. Tienen que predicar a sus oyentes la gran noticia de que Dios está dispuesto y se ofrece a ser su Rey. No solo Dios es nuestro creador sino que desea mantener una relación de amor muy intensa con nosotros, siendo el Rey y Señor de nuestra vida, el que guíe nuestros pasos por los caminos que Él mejor que nadie sabe que llevan al sentido, a la esperanza, a la alegría de vivir.
Esta misión debe realizarse según los criterios de Jesús. El estilo misionero de Jesús tiene sus luces, que nada tienen que ver con las fuerzas mundanas. Primero, la pobreza: “No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias”. Luego viene el compartir: unos llevan el mensaje, otros ofrecen morada y pan. Y el mensaje es la paz; la paz que evoca todos los bienes, desde la bondad de Dios hasta la justicia entre los seres humanos. Pero no podía faltar lo que Jesús hizo toda su vida: curar, sanar, consolar. Hacer presente con acciones concretas el Reino de Dios.
Y aunque en algún pueblo no les reciban ni acepten este sublime mensaje, antes de marcharse y después de sacudirse el polvo de ese pueblo, tienen que decirles: “De todos modos, sepan que está cerca el Reino de Dios”.
El Reino ya está entre nosotros. Nosotros no lo hacemos, lo anunciamos y trabajamos en su construcción. Esta seguridad de la presencia del Reino nos colma de esperanza y de entusiasmo, a pesar de tantas señales del antirreino.
El evangelio de hoy nos enseña que la proclamación de la Buena Noticia es una tarea “que no podrá ser delegada a unos pocos ‘especialistas’”: todos los que nos llamamos discípulos y discípulas estamos llamados a esta tarea y todos nos debemos sentir responsables de ella. Cada uno desde su lugar y condición. El día del Bautismo se nos dijo: “Eres Sacerdote, Profeta y Rey para la vida eterna”. Hoy, más que nunca, nuestro mundo necesita del testimonio de los seguidores de Cristo.
Que Dios los bendiga y los proteja.
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